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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

El problema de la inmigración

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad02-09-2015

Un hombre de bien y sensato, de esos que se tienen como referencia moral y hombro de urgencia, me dijo un día que una persona no puede arreglar todos los problemas del mundo. Y me he acordado de ello ante las conmovedoras imágenes que últimamente difunde la prensa sobre los inmigrantes que están llegando al este de Europa y que, para atajar se resume en "el problema de la inmigración".

Este "problema" tiene el rostro humano de familias al completo, principalmente sirias, con los niños descalzos caminando junto a sus padres por una vía de tren rumbo a un lugar más seguro. Este "problema" tiene la firma de los medios cuyos reporteros hacen cola junto a esas vías ferroviarias para poner blanco sobre negro los nombres de historias humanas. Pero tiempo atrás, cuando el "problema" ya existía y estaba en otra parte no dieron la noticia... Una situación tan compleja no puede observarse desde una sola perspectiva.

¿Qué problema es? ¿El del miedo a morir en una guerra provocada por unos lunáticos extremistas? ¿El del horror de la violencia? ¿El de la sinrazón de la destrucción porque sí? ¿El del desarraigo a la propia tierra? ¿El del abandono de los seres queridos -si es que no se ha presenciado la cruel aniquilación de los mismos-? ¿El del futuro frustrado que queda sin planes y sin sueños?

¿O el problema es para quienes trafican con la esperanza de los desesperados y no se sienten perseguidos? ¿De quien utilizan a seres humanos para ganar unas monedas de plata tratándoles peor que a ganado?

¿Acaso el problema de la inmigración será para quienes se ven intimidados por una catástrofe humanitaria propia de otras épocas? ¿De los que gobiernan? ¿Del país que recibe? ¿Del de destino? ¿De toda Europa? ¿De la ONU? ¿De las gentes y de los pueblos que se ven desbordados con tantos extranjeros y sus "problemas"? ¿De los ricos que pueden donar su dinero para combatir tanta injusticia? ¿De los parados europeos? ¿De los desahuciados? ¿De las ONG? ¿De los líderes religiosos? ¿De Dios?

Quizás. Posiblemente en esta época de concertinas e indignación puede que lo más reconfortante sea rezar por el problema de la inmigración. Así, en general, de cómo podemos buscar cada cual la solución, de cómo nos interpela para aprender la lección de tanto dolor ajeno. Si es que aún no nos hemos acostumbrado.