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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La berrea

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España03-08-2015

Acostumbra a decir Loquillo que cuando alguien se le acerca a hablarle de revolución casi instintivamente corre a echarse la mano al bolsillo para asegurarse de que todavía no le han robado la cartera. Lo dice alguien, por cierto, nacido en Barcelona que hace bastantes años decidió irse con su música a otra parte. Sirva el escepticismo del Loco para encarar la temporada de cortejo a la que se lanzarán unos y otros con ofertas y promesas electorales de todo tipo. Si no oficialmente, la temporada de berrea ya ha empezado y esta vez no descansa ni en agosto, mes habitualmente reservado a entrevistas desde el chiringuito luciendo bronceado. Presupuestos, ¡actividad parlamentaria! y el dinosaurio de las elecciones catalanas. Cuando despertemos, Mas todavía seguirá ahí. Alicientes para este verano de guardia a la espera de la gran cita de las generales, Rajoy mediante.

Bajada de impuestos, Hacienda propia made in Ikea, subida del techo de gasto... se ofrece de todo, hasta cosas que ya existen como la reforma del Código Penal que anuncia Pedro Sánchez. Promete que algo queda. Estamos a quince minutos de que aparezca alguno aventurando tres millones de empleos nuevos o el fichaje de Pogba. Hace mucho que Rajoy renunció a la revolución, Loquillo puede estar tranquilo. Ha tenido cuatro años de mayoría absoluta y no ha abordado ni siquiera de refilón la regeneración democrática. Su dejadez la han aprovechado otros para arrebatarle el discurso, el diagnóstico, el protagonismo y los votos. Sólo ha efectuado cambios (no muchos) en su partido tras ser zarandeado en las urnas o para que triunfe el amor de su ex ministro Wert. Para que luego digan que Mariano es un hombre frío. No, él lo fío todo a la carta de la Economía.

Vale que ahora la situación permite ciertos desahogos que antes no, pero a nadie se le escapa que es una práctica habitual la de guardarse las mejores bazas justo para el periodo previo a las elecciones. Como si nada hubiera pasado o como si asfaltando la calle de tu barrio a dos semanas de los comicios te fueses a olvidar de los cuatro años de baches o los pelos que se quedaron en la gatera de los recortes. Ahora se ha puesto de moda decir que las ideologías son cosa del pasado (la crisis obliga a ser prácticos). Pero a la hora de seducir el voto no estaría de más un término medio entre la Tercera República y este mercadeo de promesas que en tiempos de Zapatero no eran otra cosa que conejos saliendo de una chistera.