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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Civilización de estercolero

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad22-07-2015

Esta bendita profesión es lo que tiene: un día acudes como periodista a una presentación glamurosa en la Torre de Cristal de Madrid con catering de altura y otro día tomas un triste vaso de agua con un misionero de Burgos que lleva años en Filipinas. Y lo que tiene esta bendita profesión es que la memoria se queda con el nombre de 'Payatas' antes que con el sabor de un bocado fino en el rascacielos. Y resulta que Payatas es un gran barrio de Manila, donde cientos de miles de personas viven en torno al gran basurero de la capital filipina. Y resulta que, cosas de esta bendita profesión, una escuchó hablar de Payatas antes de que el Papa Francisco lo eligiera entre sus periferias de cabecera. En Payatas hay tanta basura como vida; tanta necesidad como sed de Dios; tanta humildad como esperanza...

Pero esta bendita profesión también obliga al manejo de datos y no es nueva la denuncia de que en el mundo se podría dar de comer a millones de hambrientos con la comida que acaba en los vertederos de occidente. Vamos, que es falta de reparto, ausencia de voluntad por ayudar y dejadez y egoísmo en todo caso. Señores, por respeto, rebañen siempre el plato.

Esta bendita profesión, horarios laborales aparte, hace que una encuentre temas noticiosos en cualquier parte y momento del día: como esa anciana que va con el carro de la compra a por alimentos a punto de caducar en los contenedores un supermercado o ese inmigrante que se gana unos euros cogiendo cartón o metal en las bolsas de deshechos en los portales. En lo que tiran unos está el sustento de los otros.

Por muchas circunstancias que haya que considerar, la vida jamás debería ser arrojada a un contenedor como si se tratase de mierda
En la basura acaba lo que uno no quiere, ya sean restos del menú, los apuntes de clase o una bicicleta vieja. Pero, por muchas circunstancias que haya que considerar, la vida jamás debería ser arrojada a un contenedor como si se tratase de mierda. Nos debería preocupar que miles de personas malvivan en chabolas en Payatas, que una anciana sin recursos malcoma a diario y que los inmigrantes se ganen el jornal rebuscando en la porquería. Pero nos debería mover a actuar -y a llorar- que encuentren a un bebé en la basura porque su madre no lo quiere.

Esta bendita profesión que nos hace ser aprendices de todo y expertos de nada también tiene una labor social: decirle a la gente que con estos valores egoístas y deshumanizados que estamos aplaudiendo la civilización acabará en el estercolero. Y que la vida, siempre es lo primero, aunque nos deslumbren los cristales de los rascacielos.