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SIN CONCESIONES

Greece is not Spain

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión02-07-2015

Hubo un tiempo en que los países del sur de Europa eran apodados los PIGS. El inventor del vocablo fue original al componer un acrónimo con la primera letra en inglés de las cuatro naciones más cuestionadas y que a la vez significara "cerdo" en el idioma más internacional del planeta. Portugal, Italy, Greece & Spain estaban en el punto de mira por sus desequilibrios económicos permanentes y en ocasiones por la inestabilidad política de sus gobiernos. La crisis que estalló en el verano de 2007 en Estados Unidos con las subprime y que contagió a Europa apenas un año después resucitó las mofas sobre el club del sur. Los PIGS éramos los apestados del continente, especialmente cuando la Unión Europea tuvo que salir al rescate de Grecia por su insolvencia financiera y poco después repitió salvavidas con Portugal. A partir de ese momento, España apareció como el siguiente de la lista, aunque por el camino hicieron falta sendos auxilios a Irlanda y Chipre.

España nunca fue Grecia pero estuvimos cerca de acabar como los vecinos helenos
Quienes pensaron que España era como Grecia y Portugal se equivocaron estrepitosamente. Erraron profundamente en su diagnóstico. Conspiraron contra los propios intereses nacionales. Incluso, remaron en contra de su conveniencia personal porque el hundimiento del país habría significado el final del Estado de Bienestar tal y como lo conocemos ahora. Zapatero congeló las pensiones cuando Obama y Merkel le telefonearon en mayo de 2010 para poner fin a sus delirios mesiánicos. Si la UE hubiera rescatado a España, las pensiones seguramente habrían bajado un 25% y la prestación de los parados habría sufrido otro tijeretazo enorme. España nunca fue Grecia pero estuvimos cerca de acabar como los vecinos helenos. Aunque estemos a tres mil kilómetros de distancia y en extremos diferentes de Europa, compartimos mar Mediterráneo y una cultura que nos asemeja más de lo que piensa la mayoría.

España nunca fue Grecia pero ahora sin duda es su antítesis económica. España ha hecho los deberes financieros en apenas tres años hasta el punto de que crece más que ningún país de la UE y crea más empleo que los socios comunitarios. España era la vergüenza y el hazmerreir del euro al comienzo de esta legislatura y ahora es el orgullo por la satisfacción de los frutos obtenidos. La economía española ha dado la vuelta y en breve se premiará a nuestro país con la Presidencia del Eurogrupo para el ministro Luis de Guindos. El cargo es una golosina y un símbolo, como casi todos los galardones, porque lo verdaderamente importante es el camino recorrido, el resultado de las reformas y la prosperidad incipiente que vuelve a exhibir el país. Tengo amigos en paro que esperan con desesperación que la recuperación les llegue a ellos y tengo familiares que han perdido casi todo durante la crisis. Pese a ello, la mejora es incontestable e incluso resulta digna de admiración a la vista de lo que sucede estos días en Grecia.

Aquí tenemos un Tsipras a la catalana que quiere sacar a su nación particular de la UE
La recuperación económica es la primera lección que ofrece a los españoles la crisis griega, con el corralito de 60 euros diarios para extraer del cajero como mejor signo del agujero en el que Alexis Tsipras ha metido a su propio pueblo cuando tenía a la vista una salida digna. Esta es la consecuencia directa de elegir presidente a políticos saciados de obcecación, soberbia y revanchismo. La otra enseñanza de Grecia es para una parte de España, aquella a la que por razones diferentes le gustaría acabar igual que a los gobernantes de Syriza. El debate sobre el futuro de Grecia está arrojando la realidad de lo que pasaría en ese país, o en cualquier otro, si sale del euro. Todo el mundo coincide en las nefastas e irreversibles consecuencias que tendría para el bolsillo de los ciudadanos.

Mientras tanto, aquí hay tenemos un Tsipras a la catalana que quiere sacar a su nación particular de la UE con tal de lograr la independencia de España. Más allá de los motivos (es decir, los medios) importa el fin de la historia y la realidad es tan tozuda como evidente. La Generalitat tampoco tiene dinero para pagar los sueldos de los funcionarios y recibe la asistencia constante del Estado para hacer frente a sus obligaciones financieras. El Gobierno de Rajoy ha puesto varias veces el dinero para pagar a las farmacias y a los proveedores públicos de Artur Mas. La comunidad autónoma no tiene capacidad para financiarse sola, igual que le sucede a Grecia. Quizás Cataluña no sea España, como plasman los secesionistas en sus pancartas antipatrióticas, pero desde luego Cataluña podría acabar como Grecia. De acuerdo al silogismo, si Cataluña no es España y España desde luego no es Grecia, Cataluña y Grecia están más cerca de parecerse. Si se salen del euro, ninguna de las dos tendría futuro.