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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Imaginemos

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad20-05-2015

Imaginemos que este mundo es tan maravilloso como el utópico al que puso partitura John Lennon. Imaginemos que no existen fronteras y que la búsqueda de una vida mejor es más que un derecho humano una realidad hecha justicia. Imaginemos que esas miles de personas a la deriva sobre la quemazón salina de cualquier mar son turistas de un crucero occidental naufragado al que ningún país quiere socorrer. Nos echaríamos las manos a la cabeza. Clamaría al Cielo.

Imaginemos que alguien conocido va en esas embarcaciones, sin agua ni comida; que los niños mueren de agotamiento como los mayores y que cada cadáver acaba en el cementerio del mar. Sin inscripción ni tumba. Sin un lugar donde llorarles. No hace falta imaginar.

Si las mejores canciones jamás escritas son las tristes, los autores de este siglo XXI cuentan con miles de musas siniestras inspiradoras
Si las mejores canciones jamás escritas son las tristes, los autores de este siglo XXI cuentan con miles de musas siniestras inspiradoras de grandes dramas y mucho dolor. Pero escribir a la pobreza y a las guerras sólo resulta hippie para una buena campaña de marketing de algún ídolo venido a menos asesorado por un moderno sacacuartos. Y, por supuesto, gracias al consejo de la fama fácil será trending topic. 

Lo que les duele a estas musas contemporáneas es el alma con tanta indiferencia. Qué va a interesar la inmigración y su rostro humano cuando esta semana la España de sol y pandereta interpreta uno de sus papeles favoritos: ese politiqueo en el que todo hijo de vecino es experto sociólogo y en gestión económica y administrativa, y además, especialista en campañas electorales y debates televisados. No hace falta imaginar.

Siempre hay intereses y prioridades. Antes que el niño que muere de sed en un barco a la deriva están las vacaciones de mi familia y mis problemas del trabajo. Antes del otro, el ombligo... Por eso la imaginación debe de ser ese gueto reducido para unos pocos que se quieren complicar la vida. Menos mal que existen seres excepcionales que se fastidian y se implican en escribir canciones de verdad, aunque no sean los músicos más talentosos, aunque ni siquiera sean músicos y aunque la partitura final no resulte tan armoniosa como la magistral canción de John Lennon. Actúan. Mueven un dedo por los demás en vez de ponerse la etiqueta de moda en su perfil social y hacer suyo ese himno a la paz y la justicia que muchos tararean y masacran en un triste karaoke.

Imaginemos que si lo intentamos se puede lograr pues, como siempre, querer es poder.