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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La sombra del Everest

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad29-04-2015

Escribo recostada en el sofá del salón, con el estómago lleno y el calor del hogar abrazándome en el sueño de la noche del domingo. Han pasado más de 30 horas desde que 40 segundos parecieran un siglo para miles de personas en la otra punta del mundo. Me cuesta ubicar Nepal en el mapa y, por lo visto, no soy la única persona. Es como si aquel país asiático, ahora más que nunca, latiese a la sombra del mítico Everest.

Pero, si uno sabe dónde y cómo leer en estas nuevas tecnologías de Dios como la que coloco en mi regazo para escribir estas líneas, las noticias hablan de 2.500 muertos y 6.000 heridos en aquel país. Seguro que, por desgracia, la cifra se quedará tristemente pequeña a los balances que se vayan sucediendo, mientras cada uno siga a lo suyo en esta parte del planeta, con el estómago caliente y la espalda en el sofá. Ya nos miraremos en el minuto siguiente en los ombligos de nuestros problemillas made in Spain.

Cómo será la noche en Nepal: gemidos y llantos bajo los escombros; ruidos de vigas resquebrajándose por el peso de los materiales removidos;

Aunque jamás se me perdió nada por Nepal, seguro que me sumergí en su historia, costumbres y antropología social en uno de esos reportajes que apenas nadie ve en el segundo canal de la televisión pública. Palabra, no es pedanteo. Por eso, lo que se me ocurre a estas horas del día es en pensar cómo será la noche en Nepal: gemidos y llantos bajo los escombros; ruidos de vigas resquebrajándose por el peso de los materiales removidos; una luz en la lejanía (dicen las ONG que también llueve); niños solos; huérfanos; perdidos; decenas de personas sin dormir; sin comer; con el susto golpeándoles el cuerpo; alguno herido; con el alma en búsqueda de respuestas trascendentes y seres queridos desaparecidos; con la mirada perdida y con el futuro anclado, de momento, en esos 40 segundos de hace más de 30 horas. Luego pasará más tiempo, que dicen que lo cura todo, aunque no será verdad. Para muchos pesará como una losa. Ya no será lo mismo con tanto dolor que apenas conmueve por estos lares...

Desde este sofá confortable Nepal está lejos, en la frialdad de las cifras y en la locura de los datos caducados al minuto de nacer en esta sociedad de la urgencia y el periodismo ciudadano. Y, desde esa lógica, Nepal está a la sombra del Everest, ese monte monumentalmente monstruoso que tanta atracción suscita. El terremoto que ha asolado Nepal, su gente y su legado, también ha provocado avalanchas en el techo del mundo, donde montañeros de todo el planeta trataban de superar algún récord, ya fuese personal o de otro tipo. También ahí se han registrado muertos, a estas alturas una veintena, que como en toda catástrofe, alimentarán la sed de morbo de la prensa occidental con biografías luctuosas y heroicas. Quizás no interesarán tanto los dramas de sus sherpas.

Mientras, a su sombra, lejos de este sofá, los nepalíes continuarán en su sitio, ya sea bajo o sobre los escombros, mientras se anuncian ayudas de las que pocas veces se hará balance y comprobación real de si llegan; y pronósticos de las décadas que tardará en recuperarse la población. Es la fría forma que tiene Occidente de dar respuesta a una tragedia que, como tantas otras, se observa a través de una pantalla. Y con el estómago caliente.