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anÁLISIS DE CULTURA

Sopa de letras agrietadas

Fotografía
Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura17-12-2014

Ni tan arrepentido ni encantado, perdido en la calle de la amargura, con ganas de llorar, yo no quiero vecinas con puchero, ni sembrar, ni compartir, ni 14 de febrero ni cumpleaños feliz. No quería cargar con sus maletas, ni que eligiera su champú, ni cortar coletas, ni domingos por la tarde, mucho menos columpios en el jardín. Sólo quería que muriera por él. Los amores que matan nunca mueren, al final más bien reviven al que jamás llega a final de mes, y no por no faltarle el billete en el monedero. Qué bonitas suenan las palabras escritas, más que cantadas o quién sabe si mejor recitadas. Y es la voz grieta de los restos de la Movida, de los tardíos jóvenes, o de los eternos jóvenes. Y su voz cada vez más quebrada ni muere ni mata, sólo llora porque pasan cosas que nos afectan a todos y a él también. Más que los amores que matan, más duros son si embistes de frente con los cuernos afilados, porque aquí pasa mucho, que nos gusta dar leches a ser posible sin recibir acuse de recibo. Cómo nos gusta el ruido, qué miedo nos da el silencio, qué tieso se queda el vello cuando escuchamos una canción que nos gusta. Sala de espera sin esperanza, helados de fresa que se derriten tanto como triste tengamos la dentadura, look de presidiario que hoy viven los de arriba porque meten caña los de abajo. Pasan los años, ya no hay grillos ni voces quebradas, tan sólo voces entre el tumulto. Qué narices tendrá de seguir inspirándose, triunfador, levantándose una y otra vez. Sabina es un héroe. Con todas las letras. Porque tropieza y no lo parece, porque malvados sean los que se atreven a meterse con él, porque no tiene pelos en la lengua, y lo que piensa lo dice, como un perro sin domesticar, sin correa ni collar. Sin cavernas ni gulags, él es un hombre de su tiempo, de filosofía propia. Anárquico porque no sigue el ritmo de los tiempos, pero que no molesta a nadie, sólo regala versos raspados con nicotina. 19 días, 500 noches y otras tantas ojalá le quede para seguir regalando aunque ya no se toque en pequeños teatros como antes. Nos sobran los motivos para seguir escuchando con guitarra o sin ella. Por muchos años más.