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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Los otros 9-N

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad10-11-2014

Los humanos tenemos la mala costumbre de mirarnos el ombligo y creer que el mundo gira en torno a ese hoyuelo que heredamos del primer día de nuestra vida. En Cataluña muchos recordarán el 9 de noviembre de 2014 como el 9-N por antonomasia, el día de big-bang del independentismo, el día D de su historia particular que para otros fue un cuento para no dormir, sobre todo por lo que tardaron en conocerse unos datos de participación supuestamente informatizados. Curioso. Llamaron del mismo modo (día de la democracia y la participación) lo que tuvo lugar bajo la alargada sombra de la estelada en Cataluña, donde dos millones de almas de un censo peculiar se dejaron cubrir por los grises de quienes sacan pecho y presumen de un tatuaje en la piel, y en Berlín, donde se encendieron las luces del recuerdo. En la capital alemana se celebraba el 25 aniversario del derribo (que no caída) de un muro político que marcó como una cicatriz mal curada la vida de muchos alemanes. Más de uno subrayó la contradicción de que en el mismo día y en la misma vieja Europa se celebrasen realidades tan opuestas: la vuelta a la unidad y el separatismo entre hermanos. Pero la jornada del 9 de noviembre de 2014 no fue ni de luces ni de sombras en Murcia, esa recóndita región europea sembrada de tomates y recuerdos de migración. No pocos murcianos hicieron de tripas corazón y se buscaron un futuro mejor en tierras catalanas y alemanas hace algunas décadas. Seguro que muchos, con sus manos anchas y sus recuerdos políglotas, tienen un planteamiento político que bien les podrían servir a la señora Merkel y al señor Mas, si es que a ambos se les puede colocar en el mismo escalón. Disculpen la osadía. Pero el 9-N en la Murcia currante no ha sido un día para dar lecciones de análisis político, social y demográfico. Un accidente de autobús acabó con la vida de 14 paisanos de Bullas en la también murciana localidad de Cieza. En otras ocasiones el siniestro habría llenado las portadas y conmovido a una sociedad tan española como melancólica y con tendencia al drama que, indignación aparte, parece que nunca olvidó la tristeza de serie que se ganó cuando se perdió Cuba. Pero apenas sólo los murcianos, que honran a las víctimas con tres días de luto oficial, recordarán a quienes la víspera del 9 de noviembre acudieron a venerar a la Madre Maravillas. Por eso para muchos el 9 de noviembre de 2014 no será el de la cara de héroe hecho a sí mismo que interpretó Artur Mas defendiendo el independentismo en catalán, inglés, francés y castellano, sino la de ciudadanos anónimos sumidos en el llanto desconsolado que perdieron a los suyos por un terraplén.