Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ESPAÑA

Gallardón ya duerme con los peces

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España29-09-2014

Mariano lo ha vuelto hacer. De viaje en China alguien le debió llamar al móvil para confirmale que “Gallardón ya duerme con los peces”. Un enemigo menos. Se ha cobrado su última víctima. Como si no fuese con él, como todas las anteriores. Sin un sólo grito. Cocinado a fuego lento. Conviene detenerse en el errático final de Alberto Ruiz Gallardón. Porque hace no mucho tiempo que Gallardón no era un ministro acorralado y enfrentado con todo el mundo, sino un ambicioso alcalde que aspiraba a todo. Parecía que estaba escrito que llegaría a ser presidente del Gobierno. Un ADN político, un legado familiar que le venía de su padre. Hace no mucho tiempo que la única duda en el PP era si el líder del futuro sería él o Esperanza Aguirre. Otra que ha seguido el camino del olvido -y los juzgados- con la indiferencia aliviada de Rajoy. Rendida por agotamiento ante un presidente con capacidad de aguante ilimitada. Que uno a uno ha ido permitiendo el ostracismo de pesos pesados de su partido que se van saliendo por la puerta trasera con el único epitafio que sobrentendidos para quienes quieran leer entre líneas. Gallardón, Aguirre, Mayor Oreja, María San Gil... hasta hace ya tiempo que las broncas de Aznar dejaron de ser de temido padre de familia para ser de abuelo gruñón al que se le escucha por respeto, pero no se le hace ningún caso. Sacó más la cara Rajoy por la Infanta Cristina que por cualquiera de los citados. Rajoy ha visto caer hasta a Rubalcaba y encima se permitió el lujo de despedirle como hombre de Estado. Algo mucho más terrenal que aquel perfil maquiavélico invencible que siempre se le otorgó al socialista. Rajoy ha sobrevivido incluso a jueces como Garzón o varios directores de periódico que en los últimos tiempos le resultaron incómodos. ¿Casualidad? Hasta Bárcenas se ha acostumbrado ya a las medidas de su celda en Soto del Real mientras Rajoy anuncia el principio de la recuperación económica. En su trágico final, por no decir, Gallardón no ha dicho ni algo lógico: que sólo se limitó a cumplir órdenes. Al ya ex ministro de Justicia le ha costado el puesto una reforma del aborto que iba en el programa electoral. Se limitó a hacer lo que le dijeron y a defenderlo con el coste que eso suponía. Pero tras la polémica, cuando menos esperada, el propio Rajoy ha dado marcha atrás. Ha enseñado el pulgar hacia abajo. Y a Gallardón no le ha quedado otra salida que asumirlo. Visto con perspectiva, el ofrecimiento de aquella cartera de Justicia era un regalo envenenado. Como la reconciliación de Michael Corleone con su hermano Fredo antes de su último Ave María en la barca por el lago Tahoe en compañía de Al Neri. Rezaba Fredo porque decía que así tenía más suerte pescando. Un plan perfecto. Demasiado perfecto para un político cuya única estrategia es dejar que los problemas desaparezcan por si solos. Y los enemigos también. O el menos eso es lo que parece.