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IMPRESIONES

Más estilo y menos esquemas

Fotografía  (©foto: )

(©foto: )

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión21-07-2014

Alfonso López Quintás utiliza las palabras «estilo» y «esquema» en el contexto del arte, especialmente de la música, la literatura y la pintura, en Hacia un estilo integral del pensar II (1967). De esa forma va rodeando ambas palabras de sus conceptos afines, hasta configurar una pequeña teoría de la calidad de las obras de arte. El «estilo» reside en la personalidad del artista. Pero no brota a la primera, sino que es fruto del contacto constate y fiel con una realidad profunda y originaria y, por eso, universal. Por eso el estilo es a un tiempo personal –intransferible– y de época –respuesta a los problemas o inquietudes de un tiempo y lugar determinado–. Ese ahondar insistente en lo esencial y originario de una personalidad o de una época es lo que hace que una obra sea a un tiempo concreta –única– y universal –luminosa en cualquier tiempo y lugar–. El «esquema» estiliza las formas estéticas por razones formalistas, convencionales, de simplificación. Imitan lo exterior, pero no tocan lo profundo. Se ve con claridad en los llamados movimientos de retorno que, extemporáneamente, retoman procesos y formas anteriores sin recorrer el camino generativo, configurador, del tiempo original. Sirvan como ejemplos el clasicismo frente a lo clásico y el academicismo frente al Renacimiento. Cabe decir una última cosa importante, que trasciende el ámbito de las artes: si el estilo toca lo profundo y por eso es universal, el esquema opera con simplificaciones y por eso es típico, reconocible por cualquiera, reproducible –con algo de entrenamiento– también por cualquiera. El esquema es general, pero no universal. Decía que esto último es importante porque esta cuestión conecta con todos los quehaceres de nuestra vida, no sólo con el artístico. Dicho de otra forma: esta cuestión artística atraviesa toda nuestra existencia, que no consiste sino en aprender y realizar el arte de vivir. Y este arte que es la propia vida, la de cada uno, no puede reducirse a fórmulas o esquemas, sino que hemos de configurar nuestro propio y único estilo de vida, que llamamos personalidad y que sólo lograremos desplegando nuestro ser con autenticidad y en contacto constante y fiel con realidades profundas y originarias. Ya decía Séneca que llegamos a ser lo que llega a ser nuestro estilo.