ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Ucrania, el problema de brindar con ginebra
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional21-04-2014
Uno de los problemas de brindar con ginebra es que a las buenas intenciones propias del brindis le sigue el trago que hay dar, y este, precisamente, no es de los más agradables. Algo parecido sucede con el acuerdo alcanzado en Ginebra (Suiza) entre Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Ucrania. Las partes se reunieron rápidamente y en unas horas alcanzaron un acuerdo para desarmar a las milicias, desalojar los edificios oficiales ocupados en el este ucraniano y para reformar la constitución de Ucrania, de modo que las regiones prorrusas sean reconocidas y tengan mayores competencias y autonomía dentro del Estado ucraniano. En principio, el texto parece bueno, pero el problema está en aplicarlo, especialmente, en las milicias prorrusas y en los grupúsculos radicales nacionalistas ucranianos. Las primeras ya han dicho que no van a entregar las armas y que tampoco van a desalojar las instituciones ocupadas. Los segundos, por su parte, han sido acusados de matar a cuatro personas durante un ataque a un puesto de control prorruso, un hecho que ha sido considerado como una provocación por el Gobierno ruso. Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia deben demostrar que realmente están comprometidos con la estabilidad de Ucrania. De poco sirve firmar pomposos acuerdos si de forma subversiva están apoyando a una de las partes en vez de auspiciar el bien común. Por mucho interés que las potencias tengan en la zona, cualquier escaramuza entre las partes puede suponer un incremento de la tensión y provocar una guerra de consecuencias impredecibles. Ni a Estados Unidos ni a Rusia les conviene tensar la cuerda mucho más, por eso deben implicarse, de verdad, en resolver el conflicto. Ambos tienen tanto poder que si trabajan conjuntamente en un mismo objetivo son imparables. Washington y Moscú ya salen ganando con la crisis ucraniana. Por una lado, la Casa Blanca ha aumentado su influencia sobre Ucrania. Por otro, el Kremlin ha recuperado Crimea, ha demostrado que tiene gran poder en las relaciones internacionales y ha vivido un incremento de la autoestima, que nunca viene mal, especialmente después de haber sido ninguneado tras las caída de la Unión Soviética.