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ARTE

Edward Hopper llega al Thyssen

Por Teresa MontesinosTiempo de lectura1 min
Cultura11-06-2012

La exposición que acogerá el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid, hace un recorrido por la trayectoria artística de Hopper, desde sus primeras creaciones en las que el artista elaboraba ilustraciones, bocetos y grabados, hasta sus últimas obras, más maduras y centradas en la soledad humana.

Al igual que ocurrió con Van Gogh, que no logró vender un cuadro durante su vida, Edward Hopper es uno de esos artistas a los que se le ha empezado a valorar una vez muerto. Estadounidense de nacimiento, pronto comenzó a viajar a Europa, continente del que quedó prendado gracias a las obras de pintores como Manet o Degas. Influenciado por el realismo europeo del siglo XX, Hopper desarrolló su personal estilo pictórico. Las formas austeras y el tratamiento de la luz son constantes en sus obras, en las que establece un fiel reflejo de la realidad, centrándose en la representación de la soledad del hombre. Hopper no dejó muchas obras, ya que era un pintor de ejecución lenta. Sin embargo, son suficientes para poder acercarse a una época, la de la Gran Depresión americana. Los bares, hoteles y estaciones prácticamente vacías son lugares recurrentes en sus pinturas donde los contrastes entre luces y sombras y el tratamiento cinematográfico de las escenas potencian el efecto dramático y de soledad. Algunos ejemplos de este tipo son obras como Habitación de hotel o Muchaca cosiendo a máquina en los que la escena aparece casi desierta, sin más presencia que una figura humana y unos pocos objetos que evocan el sentimiento poético con el que Hopper realizaba sus composiciones. El Museo Thyssen-Bornemisza acerca (hasta el próximo 16 de septiembre) a un pintor de carácter apesadumbrado y solitario cuya obra no recibió, en su momento, la atención del público ni de la crítica. Ahora, cuarenta años después de su muerte, sus obras se han convertido en un icono de la vida y la sociedad moderna.