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DEBATE SOBRE LOS TOROS

El debate sobre los toros es tan antiguo como la exisntencia de esta fiesta

Por J. F. LamataTiempo de lectura8 min
España29-07-2010

El debate de los toros ha durado durante toda la existencia de esa fiesta y en todos los países donde se ha celebrado. Hay cierta unanimidad a que el origen de la fiesta de los toros están en la caza del toro. En la antigua civilización cretense ya figuran representaciones pictóricas de este fenómeno, como también cabezas de toros de bronce, Mallorca, Baleares. Sus orígenes siguen siendo inciertos, probablemente religioso, pero dada la antiguedad es difícil establecer si se trabataba de toros mansos o toros bravos.

En la antigüedad se encuentran incontables muestras del arte de los toros: Plinio, en su Historia Natural, manifiesta que Porcio fue el linaje de éstos y del de los Catones y, que fue éste, Porcio Catón Censoriano, o Marco Porcio Catón, según la obra de Varones ilustres y la de Plutarco; cree el autor que se trata de aquel que ordenó en un mismo día que se derribaran las murallas. Kriritaias y Timaios en sus versiones grecolatinas, afirma que la civilización Atlantis descrita por Platón, de haber existido, se encontraría entre la Península Ibérica y el Norte del África Noroccidental. Los Toros de Guisando serían vestigios de esta civilización así como el acueducto de Segovia. Y la célebre leyenda del minutauro de Creta es seguro que proviene de un toro. Los observadores señalan que la necesidad creó el toreo. Siendo el ganado vacuno bravo por la naturaleza. En lo que nadie puede que dudar es que la costumbre de los toros estaba ya presente en la Península Ibérica siglos antes de la creación de España como tal, salvo en regiones como Galicia, por la influencia de los celtas. El culto ibérico a los toros por la purificación de su sangre aparece como símbolo en la cultura oriental de Mitra, traída por las legiones romanas, y para ello era necesario cazar al toro antes. El cazar y correr toros debió convertirse en festejo entre la redacción de los viejos cantares de gesta (s. XII) y la primera Crónica general de Alfonso X (1256) en que se prosifican aquellos, pues sólo en la última aparece una mención expresa de la fiesta y ya a partir de entonces son frencuentes las citas a la fiesta en absolutamente todas las citas de fietas en documentos hitóricos. Los primeros toreos serían a caballo. Primer intento de prohibir la fiesta: Pao V contra la fiesta Alguien que estaría muy contento del fin de la fiesta sería Su Santidad el papa Pio V que en 1565 fulminó la fiesta de los oros en su edicto "De salutis gregis dominici", y el rey Felipe II aceptó la opinión del Papa y gestionó en Roma su derogación, pero nunca se hizo efectiva. En 1575 el papa Gregorio XIII anuló la prohibición de su antecesor, aunque con matices. Durante el reinado de Felipe V, la "fiesta" evolucionó, entraron en escena los picadores. Felipe V Prohibió su ejercicio a sus cortesanos (1723). Fernando VI solo consintió las corridas a cambio de que sus beneficios se destinasen a obras de caridad como sufragar hospitales y hospicios. De esta época son las primeras plazas de toros construidas como edificios permanentes, como la de Madrid o la de Zaragoza. El verdadero arte del toreo comenzó con figuras como Joaquín Rodríguez "Costillares", Pedro Romero y José Delgado "Pepe Hillo". En muchas enciclopedias (Espasa) se considera a Pedro Romero como el diestro de más valor y de mayor austeridad en su toreo, manera con que se pretendió caracterizar una supuesta escuela rondeña. Segundo intento de prohibir la fiesta: Carlos III contra la fiesta La aristocracia afrancesada, despreciaba estos espectáculos por considerarlos indignos y propios del populacho, por lo que algunos intelectuales ilustrados, como Jovellanos, también criticaban estos espectáculos por considerarlos poco didácticos y una muestra del atraso español. Hasta que Carlos III, influido por el Conde de Aranda, prohibió las corridas de toros en 1771. Sin embargo la fiesta nacional continuó: el pueblo hizo caso omiso, y siguió entregándose con entusiasmo a las nuevas figuras del toreo, que Francisco de Goya recogió en su serie de grabados sobre tauromaquia. Todos los gobernantes posteriores intentaron mantener esa prohibición a las corridas: Carlos IV volvió a hacerlo en 1805. Fue, curiosamente un el rey francés impuesto, José Bonaparte "pepe botella" quién anuló esa prohibición. Durante el mandato de Fernando VII el toro quedó consolidado definitivamente sellado, puesto que Fernando VII creó en Sevilla en 1830 la Escuela Preservadora de Tauromaquia de la que su primer director fue, precísamente, Pedro Romero. El último intento de prohibir la fiesta: 1877 Durante el periodo de La Restauración Canovista - monarquía parlamentaria - en 1877, se propuso en el Congreso de los Diputados de Madrid, el Marqués de San Carlos propuso a los diputados la prohibición de las corridas de toros. Los prohibicionistas perdieron la votación, los diputados consideraron que sería demasiado impopular, los historiadores lo explican indicando que era la época de Lagartijo y Frascuelo. Durante la II República, el toreo fue algo constante, era célebre la bandera Tricolor situada en la plaza de toros de Las Ventas. Aunque fue el triunfo del régimen franquista cuando el toreo vivió un nueov "resurgimiento haciéndose célebre "Manolete". Aunque España es su sede incuestionable los toros pueden considerarse igualmente referentes en Portugal, México, Venezuela, Brasil, Colombia, Ecuador y - durante un tiempo - en Cuba. Lo cual no quita a que haya toros en otros países del mundo, incluía en China. México Una anécdota taurina histórica se produjo en México. El gran torero español "Manolete" acudió a torear a México, en la plaza "México DF", el público estaba repleto, pero ondeaba la bandera tricolor republicana. Manolete se negó a hacer el paseillo si no izaba la rojiugalda. Dicen que la gente quería matarle, pero hizo tal faena que le aclamaron y aplaudieron como nadie. Entre el público estaba el dirigente la II República, Indalecio Prieto, que pronunció la cita histórica: "ese es el primer español que no hace el ridículo en México desde Hernán Cortés". Durante la dictadura izquierdista del PRI, nadie se atrevió a cuestionar el toreo, dada la afición en ese país. Toreo sin la muerte en la plaza: Portugal y Estados Unidos En Portugal concurren aspectos particulares como la preferencia por el juego de habilidad (rejoneo) y el de fuerza (forcados), o la excepción en el sacrificio último del animal (touros de morte), únicamente autorizado en la localidad de Barrancos, en el Alentej. Algunos sectores anti-taurinos han pugnado por en vez de suprimir los toros bajo el modelo portugués, suprimir la muerte de los toros. No es el caso del líder de la Plataforma anti-taurina que ha organizado todo esto, el argentino Leonardo Anselmi reconoce su oposición total a esa práctica, porque la considera más cruel todavía que el toreo, ya que asegura que aunque el toro no muera en la plaza, permanece con todas las heridas en los pasillos, sin atención veterinaria hasta el lunes siguiente, provocando muchas veces su muerte antes de que llegue el momento. Según los taurinos es mucho más digno la estocada final que provoca que el toro muera antes de sentir todas las heridas causadas. En Estados Unidos se celebran corridas, pero bajo el modulo portugues: es decir, con la prohibición de la muerte del toro. Cuba La tradición cultural de las fiestas de toros se mantuvo sin interrupción en Cuba durante cuatro siglos (desde el 1538 hasta 1899 -precisamente la tripulación del Maine asistió a una de ellas-), hasta que el brigadier general Adna R. Chafee, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Norteamericana de ocupación, decretó, el 10 de octubre de 1899, la prohibición absoluta de las corridas de toros en la isla. Esta orden ha sido acatada por todos los gobiernos siguientes, incluso el último. En Cuba se prohibieron los toros en 1947, pero en el año 2000 el régimen de Fidel Castro volvió a autorizarlas, manteniéndose una plaza de toros en Las Ventas. Argentina Las primeras corridas de toros se realizaron en el Rí­o de la Plata a comienzos del siglo XVII, y tuvieron por escenario a las "plazas mayores" de las incipientes ciudades, despejadas y embanderadas para tal efecto como en dí­as de solemne festejo. en 1822 el gobernador Martí­n Rodrí­guez prohibió su realización sin el consiguiente permiso policial, que solo podí­a autorizar la faena de animales descornados. Esta circunstancia, que quitaba al espectáculo los estimulantes del riesgo mortal, concluyó por alejar a los ya dispersos aficionados, y las corridas se hicieron cada vez más raras, hasta cesar por completo con la que se realizó "a beneficio" en 1899, ocho años después del dictado de la Ley 2786, de protección de animales. Las plazas continúan existiendo, aunque muchos ciudadanos desconocen el origen. Colombia En Colombia el debate de los toros se abrió en 2005, la demandante era una defensora de los derechos de los animales que pretendía que se declarara inconstitucional una serie de artículos de ley que permitía los toros argumentando que "Los espectáculos taurinos son considerados como una expresión artística del ser humano". Entre ellos, el que abogaba por que se crearan "escuelas taurinas para la formación de nuevos profesionales taurinos y el apoyo y fomento de su actividad". Los Tribunales colombianos rechazaron sus argumentos y declaró constitucional la fiesta brava. En su sentencia de ese año, entre otras consideraciones, manifestó que "el arte de lidiar toros ha sido reconocido a lo largo de la historia como una expresión artística y cultural de los pueblos iberoamericanos. Lo anterior ha sido registrado de diferentes maneras por artistas como Goya, Mariano Benlluire, José Ortega y Gasset, Pablo Picasso, García Lorca, Ernert Heminway, Vicente Blasco Ibáñez... y los colombianos Botero, Obregón y Méndez", además de óperas, zarzuelas, flamencos, pasodobles, bambucos, porros o merengues. La resolución del 2005 fue un orgullo para los taurinos Venezuela En Venezuela hay suficiente afición para que el presidente Hugo Chávez haya asegurado que mientras él sea presidente los toros se mantendrán. Existe una ley de protección a los animales, pero deja expresamente al margen las corridas de toros.