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DEMOGRAFÍA

España será el país más viejo del mundo en el 2050

Por Covadonga de la CuestaTiempo de lectura2 min
Sociedad26-02-2002

Las consecuencias del descenso de la población española sacudirán el presente sistema de pensiones y la población activa será incapaz de soportar los costes de la ancianidad. Sin embargo, no sólo España se resentirá de la actual tendencia demográfica.

Europa perderá 35 millones de habitantes y para mantener su estructura laboral necesitará incorporar 159 millones de nuevos trabajadores. La otra cara de la moneda se sitúa en África, cuya población triplicará la de Europa en el año 2050. “Juventud, divino tesoro,/ ya te vas para no volver...”, cantaba el poeta Rubén Darío, que seguramente no previó en su tiempo que Europa, el ahora más que nunca viejo continente, tuviera que llamar a gritos a la juventud porque sus tasas de crecimiento no aseguran prosperidad para las generaciones futuras. Los recién nacidos en el llamado Primer Mundo llegan con cuentagotas y un fiel reflejo es que nacen 1,07 bebés por familia en España al año, la cifra más baja del mundo junto con Italia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El informe demográfico efectuado por la División de Población de Naciones Unidas (ONU) señala que “es una cuestión de desequilibrios”. Las naciones con baja natalidad pierden peso en el marco global, mientras que los países menos desarrollados siguen creciendo. El informe alerta también de que “esto acarrea todo tipo de problemas que los gobiernos de Europa, Japón o Norteamérica temen plantear. ¿Cómo se mantendrá la población activa? ¿A cuánta inmigración habrá que recurrir? ¿Quién pagará las pensiones? ¿Cómo vivirá una sociedad más vieja?”. En la actualidad, sólo hay 1,4 españoles en activo por jubilado, el porcentaje más bajo de Europa, donde la media se sitúa entre cuatro y cinco personas. Sin embargo, el futuro es poco prometedor. La ONU contempla varias salidas. La inmigración “masiva” sería una solución, pero la mentalidad integradora de los ciudadanos hace cuestionarla. Asimismo, una política más intensa de protección familiar podría relanzar la natalidad, aunque no sería suficiente. Habría que optar por vías más impopulares como retrasar la jubilación o fomentar sistemas privados de pensiones, medidas que pocos gobernantes están dispuestos a proponer.