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ANÁLISIS DE DEPORTES

Vancouver 2010 cierra con nota

Fotografía
Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura3 min
Deportes28-02-2010

Tal vez no hayan sido los mejores de la historia, pero los Juegos Olímpicos de invierno de Vancouver 2010 han concluido con un balance positivo para sus organizadores. Canadá ha vivido la cita olímpica más grande de su historia, en su propia casa, con una afición volcada, unos resultados de audiencia impresionantes y un espectáculo deportivo pocas veces visto. Los problemas que se acechaban a Vancouver desaparecieron a tiempo para dejar paso a unos Juegos soñados, al menos para sus organizadores, y y dejando de lado los asuntos de índole económica. Canadá vivió unos de los Juegos de invierno más vibrantes en el aspecto deportivo. Y además los abandonó por la puerta grande, liderando el medallero por primera vez en la historia, con un récord histórico de oros ganados en la misma edición (14) e imponiéndose a su eterno rival, Estados Unidos, en las dos finales –femenina y masculina– de su deporte nacional, el hockey sobre hielo. La disciplina que levanta más pasiones en el país de la hoja de arce batió todos los récords de audiencia en la televisión canadiense (más de 26 millones, el 80 por ciento de la población, vieron algún momento de la final). Y la agonía ante el televisor mereció la pena, porque el equipo masculino venció a los estadounidenses en la prórroga para poner el broche de oro a los Juegos y dar el pistoletazo de salida a unas celebraciones históricas. Se mereció la afición canadiense semejante traca final, pues durante las dos semanas de competición se volcaron con sus colores como nunca se había visto. El rojo y el blanco reinaban en las vestimentas de quienes acudían a sus puestos de trabajo, de los ociosos y, por supuesto, de los miles de personas que abarrotaron las gradas. Canadá se unió para engrandecer sus Juegos y sus deportistas respondieron con brillantez. Alemania y Estados Unidos, los dos gallitos de los deportes invernales, tuvieron que conformarse con los peldaños bajos del podio. Pero aún así también ellos, junto a figuras individuales de la talla de Marit Bjoergen, Ole Einar Bjoerndalen y Simon Ammann –por citar algunos protagonistas–, engrandecieron unos Juegos sublimes. A nivel organizativo tampoco hubo errores. La trágica muerte del georgiano Nodar Kumaritashvili antes del comienzo de los Juegos fue la única mancha negra en el expediente. Las modernas instalaciones hicieron las delicias de competidores y espectadores; el despliegue policial, concebido a lo grande, ahuyentó cualquier tipo de situación comprometida; y el concienzudo plan de lucha antidopaje, a falta de conocer parte de los resultados de los controles, ha logrado que la mayoría de tramposos ni siquiera pudieran pisar Vancouver. Tras dos ediciones marcadas por la gigante sombra del doping, todo apunta a que los Juegos de 2010 quedarán libres de escándalo, e incluso serán recordados por su limpieza. Quedará saber solamente si el éxito deportivo ha compensado la enorme inversión requerida. La deuda económica que quedó tras los Juegos de Montreal, en 1976, tardó 30 años en saldarse. En plena crisis mundial, tampoco parece que Vancouver vaya a tener fácil el recuperar los millones gastados. El hecho de que varias de las instalaciones ya estuvieran construidas ha ayudado. Y el éxito en cuanto al número de espectadores, avivado por nuevas y espectaculares modalidades como el ski-cross, ha sido clave. Pero sólo el tiempo dirá si la ciudad logrará recuperar fácilmente todo lo que ha invertido. De hacerlo, el comité organizador se ganará el sobresaliente.