ANÁLISIS DE DEPORTES
La 'metamorfosis' de los Grizzlies
Por Alejandro G. Nieto3 min
Deportes17-01-2010
Apenas habían pasado unas semanas desde el inicio de la temporada regular de la NBA y todo el mundo –un servidor incluido– auguraba que, un año más, los Memphis Grizzlies quedarían relegados al ostracismo en la mejor liga del mundo. Sin embargo, la situación de la franquicia de Tennessee ha dado un vuelco radical desde la marcha de Allen Iverson. El equipo practica un juego vistoso, ha sumado su mejor racha en años y aspira seriamente a regresar a las eliminatorias por el título después de tres años. Las claves de la brutal transformación sufrida por el equipo son múltiples. La inicial fue la marcha de Iverson del equipo. La ex estrella sólo llevó a Memphis inestabilidad y polémica, y su salida llegó a tiempo para que los Grizzlies se libraran de sufrir toda la fuerza del terremoto AI: Denver y Detroit ya ofrecieron buena muestra de cómo un solo jugador puede hundir a un equipo (de hecho, el despegue de los Nuggets se produjo sólo con cambiar a Chauncey Billups por el denostado Iverson). El base había sido una de las arriesgadas apuestas de Memphis para la nueva temporada, y la gran noticia ha sido que la otra, Zach Randolph, ha salido a las mil maravillas. El ala-pívot ha desterrado los problemas extradeportivos que le han perseguido a lo largo de su carrera y se ha centrado en trabajar duro en la cancha. Gracias a ello, se ha convertido en el líder indiscutible de un equipo que ya tenía calidad, pero echaba de menos un jugador con carácter y experiencia. Randolph ha sido ese ingrediente que faltaba en la fórmula. Además, se ha compenetrado a la perfección con Marc Gasol, con quien forma una de las parejas interiores más temibles de la liga. De la mano de Randolph y del técnico Lionel Hollins, que ha sabido dotar al equipo de un estilo ofensivo y descarado, la panda de jovenzuelos que hasta hace poco era Memphis ha alcanzado la madurez. O. J. Mayo ha dejado de tirarse hasta las zapatillas, selecciona mejor sus lanzamientos y ha adquirido conciencia del juego colectivo. Rudy Gay, que había comenzado la temporada pidiendo un sueldo de estrella, ha explotado su mejor versión –tal vez porque al final no consiguió su objetivo y este verano habrá de buscar un nuevo contrato–. Y Mike Conley Jr., maltratado por anteriores entrenadores, ha sabido devolver la confianza depositada en él con una brillante labor de dirección. A todo esto hay que sumar que el resto de apuestas veraniegas han funcionado bastante bien. Los novatos Sam Young y DeMarre Carroll se han convertido en piezas imprescindibles del puzle. Y Hasheem Thabeet, cuyo segundo puesto en el draft se ha destapado claramente como una exageración, ha sabido aceptar que necesita un par de años para aprender el oficio. También están funcionando los bases suplentes, el imán para las lesiones Marcus Williams y el inestable Jamaal Tinsley, con lo que el roster conformado invita a pensar en que hay plantilla de sobra para regresar a los playoffs. Si las lesiones respetan a sus figuras y mantienen un nivel de juego similar, no hay duda de que lo conseguirán. Han ganado ocho partidos consecutivos en casa, suman ocho victorias en sus últimos diez encuentros y se han impuesto a algunos de los rivales más duros de la liga. Antes nadie daba un duro por ellos. Ahora pocos se atreverían a predecir cuál es su techo.