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ANÁLISIS DE CULTURA

Saraos literarios

Fotografía
Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura18-10-2009

Los premios literarios son una mezcla de sarao y revolución mediática que produce una serie de ingresos importante y un saco de noticias relacionadas. El Planeta y su ganadora, Ángeles Caso, no iban a ser menos. Cada edición está más teñida de aires sensacionalistas que hacen tambalear su prestigio. Es bastante poco alentador que, antes de hacer público el nombre del ganador, se rumoreara en los pasillos del Palacio de Congresos de Cataluña que los ganadores de la presente edición podrían ser Risto Mejide o Urdaci. Unas quinielas que dejan mucho que desear, y que sólo se generan para “amenizar” la velada. Existen además sospechas sobre si los resultados salen fuera del sobre antes de tiempo. De hecho, una filtración en la enciclopedia Wikipedia aseguraba a las 17 de la tarde del día de la entrega que la ganadora sería Ángeles Caso. ¿Suerte, deducción? La sala de prensa de la editorial se afanó en recordar que en ningún caso el premio estaba pactado de antemano, si no que alguien había atado cabos con mucha casualidad. Pobre Ángeles Caso. No sólo especulan con su votación, sino que además Hacienda se llevará el 40 por ciento de su premio. Menos mal que la protagonista de su obra, una inmigrante que vive en duras condiciones, se llevará un buen pellizco. Para más disgustos, se desmaya el académico Pere Gimferrer mientras asistía como miembro del jurado a la entrega del 58º Premio Planeta y al discurso de su ganadora. Para dar más emoción a esta cada vez más divertida cita, ahora llega el escritor Xavier Alcalá y acusa a la editorial y a Caso de apropiarse de un título que le pertenece, Contra el viento, y que publicó en los años 90. La asturiana se verá envuelta en un entramado de abogados y denuncias. Pero puede estar al menos orgullosa de tener entre sus manos uno de los galardones literarios nacionales más importantes. Ya lo intentó en 1994 con El peso de las sombras , y en ese momento la alcanzó Cela. Hoy, la escritora que prefiere escribir novelas sobre vidas humanas bajo el seudónimo Virigina Évora puede respirar tranquila.