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REINO UNIDO

Brown y Cameron apelan a sus raíces políticas al iniciar la carrera hacia el poder

Por Alejandro G. Nieto (Londres)Tiempo de lectura4 min
Internacional08-10-2009

Las cartas están sobre la mesa. Gordon Brown, debilitado inquilino de Downing Street, y David Cameron, poderoso candidato a ocupar tal despacho, pusieron la primera piedra del puente que debe conducirles al gobierno con sus discursos en los congresos de sus respectivos partidos. Las miradas de todo el Reino Unido se centraron durante una semana en Brighton y Manchester, pendientes de las medidas con las que los dos líderes pretenden sacar al país de la tortuosa recesión. Ambos abogaron por un retorno a sus raíces políticas, aunque al primer ministro la táctica le sirvió de poco, pues todas las encuestas sitúan a Cameron en el poder tras los comicios de mayo.

La celebración de los dos congresos con apenas una semana de diferencia se presentaba como un crucial reto en especial para el premier británico, cuyos sustentos desaparecían a grandes pasos, incluso dentro de su propio partido. Las encuestas daban a los laboristas unos mínimos históricos de apoyo popular. Algunas llegaban a situarlos como la tercera fuerza política del país, por detrás de conservadores y liberal-demócratas. Las consecuencias palpables de la crisis y las oscuras previsiones –Reino Unido será, sólo superado por España, uno de los grandes países europeos que más tardarán en recuperarse– habían sumido a Brown en una espiral de derrotismo de la que sólo un discurso poderoso podría sacarle. Consciente de ello, el primer ministro británico puso todo su empeño en resultar emotivo y convencer a las clases medias, aquellas con las que pretende decantar la balanza de los comicios a su favor. En Brighton, Gordon Brown se ganó de nuevo el apoyo de los suyos al apelar a reformas sociales profundas para acabar con la delincuencia y para grabar con más impuestos a las clases sociales altas. Su regreso a la raíz del laborismo le permitió recuperar la confianza de los pesos pesados de su partido. Pero fuera de las paredes del congreso laborista sus propuestas apenas calaron. Brown evitó entrar en los pormenores de la reforma económica con la que pretende reducir el déficit presupuestario a la mitad en sólo cuatro años, justo la estrategia opuesta a la que siguió el líder de la oposición. En Manchester, con los carismáticos George Osborne (principal candidato al Ministerio de Economía) y Boris Johnson (alcalde de Londres) como escuderos, David Cameron pasó al ataque con medidas concretas y novedosas que escenificaron su reconciliación con los sectores más derechistas y moderados de su partido. El líder conservador dibujó un panorama desolador, con un déficit presupuestario que alcanzará los 175.000 millones de libras (casi 200.000 millones de euros) este año. Para comenzar a atajarlo, aseguró que ahorrará más de 13.000 millones de euros congelando los sueldos de los empleados públicos, salvo los que estén por debajo de 20.000 euros al año y los de los militares. Anunció que recortará los emolumentos de los miembros del Gobierno y que todos salarios de funcionarios que superen al del primer ministro deberán ser revisados y aprobados. Además, se comprometió a retrasar la edad de jubilación a los 66 años y precisó que eliminará las ayudas a las familias con niños menos necesitadas. 'The Sun' fortalece a los conservadores Cameron no se mordió la lengua al imbuirse plenamente en un tema tan espinoso, el de la crisis, en contraste con las precauciones que sólo unos días antes había mostrado Brown. El líder tory rebosa confianza cuando aún restan más de seis meses para las elecciones. Las encuestas, pese a que los laboristas han remontado ligeramente en los últimos días, les sitúan en el poder con un 37 por ciento de los votos, mientras que el partido de Brown rozaría el 30 por ciento. Los liberal-demócratas, a quien Cameron considera sus socios naturales, obtendrían el 24 por ciento. Pero, amén de predicciones estadísticas, la confianza en el bando conservador ha tocado techo después de que el diario sensacionalista The Sun retirase su apoyo a los laboristas tras doce años de lealtad. El posicionamiento político de este rotativo, que cuenta con tres millones de lectores, ha resultado tradicionalmente decisivo en las elecciones británicas. Por ello, el partido gobernante recibió un duro golpe cuando, horas antes de la intervención de Brown en el congreso de Brighton, el periódico lanzaba una envenenada portada con el titular “Los laboristas lo han perdido”. ¿Qué pasará con Europa? Pese a los esfuerzos de Brown por levantar el ánimo de sus compañeros, la realidad es que los conservadores están más cerca que nunca, desde que John Major abandonara el poder en 1997, de regresar a Downing Street. La convicción de la victoria entre los tories es tal que en los últimos días no han dejado de surgir especulaciones sobre la actitud que mantendrán ante Europa cuando lleguen al poder. La aprobación del Tratado de Lisboa en Irlanda ha desatado los temores de que el texto entre en vigor antes de que Cameron llegue al mando. Los conservadores, cuyo líder se ha posicionado con los miembros más euroescépticos de su partido, ve en ello un problema por dos motivos: ya no pueden dar marcha atrás al hecho de que Reino Unido ya ha firmado el tratado pese a la oposición conservadora y la entrada en vigor de la nueva estructura podría suponer que Tony Blair se convirtiera en nuevo presidente europeo. Con la crisis financiera, la actitud conservadora de rechazo a la alianza europea se ha agudizado. Por ello, Cameron se plantea lanzar una política combativa ante la UE. Los expertos apuntan a que, desde la libertad que les otorga el haberse desligado del Partido Popular Europeo, los conservadores presionarán para conseguir privilegios para Reino Unido. Y desde luego intentarán evitar por todos los medios que Blair, su cruz política durante años, alcance la presidencia continental. En tanto, a nivel nacional, tratarán de recuperar el ánimo de un país que vive con el cinturón apretado, temeroso de que la recesión acabe explotando la ostentosa burbuja en la que ha flotado durante años.