LA SITUACIÓN DEL CINE ESPAÑOL
González Sinde o la cruzada contra la piratería y la apuesta por el cine femenino
Por Ángela González Rodríguez
3 min
Espectáculos05-10-2009
Enfrentamiento continuo con los internautas, sospechas de incompatibilidad profesional y velados reproches de favoritismo han marcado el todavía incipiente mandato de Ángeles González-Sinde al frente de la cartera de Cultura.
La Ley del Cine se ha convertido en la peor pesadilla de los ministros de Cultura que han dirigido esta cartera desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno. Tres años después de que Carmen Calvo anunciara el comienzo de tan titánica empresa, protegida por el celo de otro ministro, Cesar Antonio Molina, será la ‘tercera en dicordia’, Ángeles González-Sinde, la que pase a la historia como la ministra que puso en marcha el nuevo modelo de cine español. El proyecto de Ley nació el 28 de diciembre de 2006 pero encalló nada más iniciar su andadura cuando las televisiones privadas se negaron a invertir un uno por ciento más en cine y los exhibidores rechazaron el texto. El Gobierno se tomó su tiempo y la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, inició en febrero, junto a Carmen Calvo, una intensiva ronda de negociaciones con los representantes del sector. Tras intensas reuniones, la vicepresidenta y la todavía titular de Cultura lograron que la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (UTECA) enterrara el hacha de guerra y mantuviera su obligación de invertir en cine el 5% que estableció el Real Decreto de 2004. Tras los enfrentamientos con el mercado televisivo, cuyo papel en la financiación del cine español es incuestionable, y con las elecciones demasiado cerca, Zapatero decidió agradecer a Calvo los servicios prestados y otorgar su cartera a alguien que no se hubiese ‘quemado en el sector’. Carmen Calvo se despedía de la industria cultural en general, y del mercado cinematográfico en particular, con un amargo sabor de boca. Su empeño por endurecer la persecución de las descargas ilegales le granjeó la enemistad de la comunidad internauta, de los más jóvenes y de un número creciente de defensores del copyleft y de la libre distribución de cultura e información a través de Internet. César Antonio Molina, hasta el momento director del Instituto Cervantes tomaría entonces el relevo, precedido de una promesa de aire fresco, “sensibilidad, sentido común e independencia frente a los poderes fácticos de la creación: industria y sociedades de gestión”, tal y como resumieron en su día los acérrimos enemigos de Calvo. Desde Moncloa, ilusiones porque su presencia lograse atraer a los sectores de intelectuales proclives al PSOE. Una vez más, la beligerancia del titular de Cultura contra la ‘libre difusión de la cultura’ y un planteamiento excesivamente intelectual y más centrado en la proyección internacional del idioma español o de la suya propia como escritor, alejaron al flamante ex director del Cervantes del colectivo cinematográfico e internauta. Zapatero, en un guiño doble, designó por sorpresa (en plenas vacaciones de Semana santa de este año) a la directora y guionista Ángeles González Sinde para, por un lado satisfacer al gremio, y por otro, no cejar en su empeño de acabar con la piratería y las descargas ilegales. Su nombramiento fue entendido como una provocación en toda regla, especialmente entre los internautas, a la par que celebrado por la SGAE. Desde la pasada primavera, fecha en la que González-Sinde prometió el cargo, los ataques de internautas, académicos, políticos, incluso compañeros de filas como David Trueba, Javier Rebollo, Isaki Lacuesta o Luis Miñarro han sido constantes. La última puntada dada por la ministra a la Ley del Cine, premiando a las producciones que prometan ser más taquilleras, independientemente de su calidad, o imponiendo el toque de igualdad característico del actual Ejecutivo, han vuelto a revolver las aguas en el sector, que ya ha prometido no quedarse de brazos cruzados.