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ESPACIO

La carrera espacial no siempre es un camino de rosas

Por Luis A. LópezTiempo de lectura5 min
Sociedad16-07-2009

El Apollo I fue la primera misión tripulada. Tenía programada su salida en febrero de 1967, pero en los ensayos se produjo un cortocircuito que provocó, a su vez, un enorme incendio en el que desgraciadamente fallecieron los tres tripulantes de la nave. Siete años después, la NASA lo intentó de nuevo y consiguió poner en órbita el Apollo VII durante once días.

El 21 de diciembre del mismo año despegó el Apollo VIII con tres astronautas que viajaron por primera vez más allá de la órbita terrestre. En 1969, el Apollo IX partió con el objetivo de una puesta en práctica del módulo lunar y probar así un primer alunizaje. Poco después, en el mes de mayo, el Apollo X viajó a la órbita lunar, se acercó a 15 kilómetros de la superficie y regresó a la Tierra en una expedición encabezada por los astronautas Thomas P. Stafford y Eugène Cernan, siendo éste el último hombre que en 1972 estuvo en la Luna. En este momento, comienza la etapa de misiones lunares con el Apollo XI, cuyo aniversario se conmemora, seguido del Apollo XII en noviembre de 1969, con Peter Conrad, Dick Gordon y Al Bean, que permanecieron en la Luna en torno a 31 horas. El Apollo XIII llegaría en abril de 1970 con Lovell, Jack Swigert y Fred Haise, aunque tuvo que abortar la misión por culpa de una explosión en los tanques de oxígeno. Al Shepard, Sty Roosa y Ed Mitchell, con el Apollo XIV, permanecieron 33 horas en la Luna; el Apollo XV, en agosto de 1971, con Dave Scott, Al Warden y Jim Irwin pudo explorar la superficie lunar durante más de 65 horas; y el Apollo XVI, en abril de 1976 y a cargo de John Young, Ken Mattingly, Charlie Duke, investigó las zonas más altas de la Luna durante 71 horas. La última misión a la Luna, el Apollo XVII, se desarrolló en diciembre de 1972 y en ella participaron Cernan, Ron Evans y Jack Schmitt. Se trató de la última ocasión en la que el ser humano visitó el satélite terrestre y la única misión en la que un geólogo viajó y estudió suelo espacial. En total, permanecieron alrededor de 74 horas en la Luna. Las nuevas tecnologías y, sobre todo, la aparición de la televisión fueron fundamentales para el desarrollo de la carrera espacial, ya que a través de estas herramientas se podía dar cuenta de qué país llevaba ventaja. Estos medios fueron mejor utilizados por Estados Unidos, que logró un reconocimiento cada vez mayor. Durante la Guerra Fría, los satélites espías, al igual que las estaciones espaciales, se utilizaron como armas para ambas potencias. Pero la caída del bloque soviético llevó a que esta conquista del espacio, que sólo tenía fines estratégicos para ganar una guerra, se convirtiera en una herramienta para la ciencia. Sin duda, algo que comenzó en una contienda política acabó convirtiéndose en un beneficio mundial y, por tanto, significó un gran avance para el hombre. Esto se puede ver hoy en día, ya que a pesar de que Estados Unidos es el país que más poder en esta materia, se ha logrado la incorporación de otros países, la construcción de una nueva estación espacial y sobre todo mayores avances en la ciencia, dado que ya no se compite por ideologías, sino para un bien común. Los problemas siempre aparecen Tres han sido los accidentes más sonados de la historia de la carrera espacial. El 27 de enero de 1967, el Apollo III, que cambió su nombre original por el de Apolo I, y los tres astronautas que iban a bordo ardieron en llamas durante unas pruebas rutinarias previas al vuelo. La cápsula en la que se encontraban se incendió, y en apenas 17 segundos arrasó todo el interior de la nave. El oxígeno al cien por cien, una presión inadecuada y una chispa en un panel de control fueron la causa del accidente. La NASA decidió entonces detener la carrera espacial y durante dos años dedicó todos sus esfuerzos a mejorar las medidas de seguridad y el sistema de oxigenación. En 1986, eran ya 24 las misiones realizadas por transbordadores y el Challenger había viajado al espacio nueve veces. Esta misión era diferente al resto ya que por primera vez entre los tripulantes habría una mujer ajena a la NASA: la profesora Charon Chista McAuliffe. El 28 de enero de ese año, la nave despegaba y tan sólo 73 segundos después de su lanzamiento se desintegró en el aire ante la mirada atónita de miles de espectadores. Fue tan rápido e inesperado que la narración del despegue continuaba con normalidad mientras todos veían como la nave se hacía trizas en el aire. Ninguno de los tripulantes sobrevivió. Se cree que un fallo en las juntas que aíslan los gases de los cohetes de aceleración exterior, utilizados para evitar fugas, fue la causa del accidente. La última gran tragedia de los vuelos tripulados de la NASA fue la del transbordador espacial Columbia en 2003. La nave, que contaba ya con 22 años y había realizado varios vuelos, tenía como misión la de experimentar con la ingravidez y la atmósfera del Sol. Pero el 1 de febrero, cuando la nave volvía del espacio y se disponía a aterrizar en Cabo Cañaveral, sufrió un fallo y se desintegró por completo en el aire. La explosión provocó una lluvia de metales incandescentes que caían del cielo. Los siete tripulantes perdieron la vida, y la fatídica imagen quedó grabada en la memoria colectiva y el gran estruendo se escucho en varios kilómetros. La causa del desastre, según la comisión de investigación, fue el desprendimiento de un trozo del aislante que revestía la nave. La NASA después de dos años de revisión y mejora, lanzó el transbordador espacial Discovery.