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RUSIA

Rusia y EE.UU. avanzan en cooperación pero no en el asunto de Georgia

Por Ángela González RodríguezTiempo de lectura3 min
Internacional10-07-2009

“Para nosotros, no es el presidente del mundo; es el presidente de los Estados Unidos de América”, resume así un diputado ruso los sentimientos encontrados que ha suscitado en el Ejecutivo de Rusia la primera visita oficial de Barack Obama.

Y es que el recuerdo de la ofensiva rusa en Georgia, con la que las relaciones ruso-estadounidenses tocaron fondo y que cumple un año en estas fechas, sigue muy presente. Los dirigentes rusos han preferido hacer oídos sordos a "la franca discusión sobre Georgia" en la que el inquilino de la casa Blanca reiteró su "más firme convicción de que la soberanía e integridad territorial de Georgia deben ser respetadas". Mientras y pese al acuerdo unánime entre los analistas que califican esta visita "como la que menos expectación ha generado en el país de acogida", durante tres días de ritmo frenético, Obama se ha reunido dos veces con el presidente Medvédev, con su antecesor y ahora primer ministro Vladímir Putin y con líderes de la oposición oficialista, comunista y liberal, entre los que se cuentan los dirigentes de las formaciones más críticas con el Kremlin. El resultado de estos encuentros ha sido dispar. Así, mientras Medvédev recibió a Obama en el Kremlin confiando en "pasar las páginas difíciles de los últimos años y abrir otras nuevas", la entrevista entre el presidente estadounidense y Vladímir Putin estuvo marcada por una ácida batalla dialéctica que alargó en cerca de una hora el tiempo pactado. Cabe recordar que una semana antes de llegar a Moscú, Obama destacó la buena disposición de Medvédev y la contrastó con la de Putin, quien "tiene un pie puesto en la antigua manera de hacer negocios y el otro, en la nueva". El aludido repuso que está “firmemente parado” sobre sus “dos piernas”, reforzando así la imagen de una Rusia renovada que ya no está “de rodillas”, sino de pie. Entre los temas que se han quedado en el aire están resolver las incógnitas sobre si prevalecerán las políticas expansionistas hacia el este, heredadas del Gobierno de George W. Bush -lo que se traduciría en futuras incorporaciones a la OTAN de ex satélites soviéticos (como Georgia o Ucrania); o si saldrán adelante los escudos antimisiles que Estados Unidos planea erigir en Polonia y República Checa. En el otro extremo de la cuerda, las pretensiones rusas de seguir controlando su zona de influencia sobre lo que fuera la antigua URSS. Antes de partir hacia Italia, donde se le esperaba para participar en la Cumbre del G-8, el presidente de Estados Unidos ha sentado las bases para forjar con Medvédev el inicio de una buena relación bilateral, basada en la cooperación en Afganistán, la reducción de armas, y su marco legal definido en el tratado Reducción de Armas Estratégicas (START) que expira en diciembre de 2009. Obama se ha marchado especialmente satisfecho, de acuerdo con su equipo más cercano, con el compromiso alcanzado entre Estados Unidos y Rusia para reducir sus planes de proliferación nuclear a la mitad, enterrando así el hacha de guerra que más ampollas levantó en la Guerra Fría. Prueba de ello fue su invitación a Rusia para organizar una próxima cumbre de seguridad nuclear. La seguridad internacional centró los dos encuentros protagonizados por los presidentes de ambos países, quienes coinciden en señalar la necesidad de luchar juntos contra el terrorismo, en particular contra Al Qaeda, y de cooperar en Afganistán. Los mandatarios firmaron un acuerdo para el tránsito militar en la región, que contempla la creación de una comisión presidencial de cooperación en temas prioritarios tanto económicos como militares y que permitan "alcanzar un nivel de cooperación con Estados Unidos, digno del siglo XXI, que garantice la paz y la seguridad", como resumió Medvedev.