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RUGBY

El título y el ¬Grand Slam¬ desatan la locura en Gales

Por Alejandro G. Nieto (GALES)Tiempo de lectura3 min
Deportes16-03-2008

Las costumbres nocturnas del Reino Unido difieren mucho de las españolas. La mayoría de discotecas cierra a las dos de la madrugada y después la única opción son los after-hours, abiertos hasta las cinco o las seis. En Gales, por una vez, pasaron por alto todas estas restricciones. Los galeses aparcaron su rectitud en el cumplimiento de las normas y se entregaron al éxtasis y la locura después de que los dragones rojos, por quienes pocos apostaban al comienzo del Seis Naciones, se adjudicaran el torneo; un triunfo adornado, además, con el Grand Slam.

250.000 almas vestidas de rojo invadieron Cardiff, la capital de Gales. 75.000 celebraban el triunfo dentro del Estadio del Milenio. Gales entero vivió una auténtica fiesta nacional cuando el árbitro señaló el final del partido y el XV del puerro se impuso a Francia por 29-12. La victoria se había hecho esperar. El conjunto francés había respondido a cada uno de los tres golpes de castigo que transformó James Hook de la misma manera. Jean-Baptiste Elissalde, encargado de patear los penaltis, puso los corazones galeses en un puño. Sus lanzamientos impidieron a Gales escaparse y situaron un empate a nueve en la segunda parte que mantuvo la tensión al límite. El equipo de Warren Gatland tenía casi asegurado el título del Seis Naciones, pues para perderlo debería caer por 20 puntos. Pero el equipo, la afición, un país entero ansiaba el Grand Slam, el honor de imponerse en todos los partidos, el privilegio de pasarse un año entero recordando a sus vecinos británicos, franceses e italianos su contundente victoria. Por ello, cuando Shane Williams aprovechó un error de la zaga francesa, pateó el balón hacia delante y corrió tras él como un relámpago, inalcanzable para sus rivales, los cimientos del Estadio del Milenio y de todo Cardiff se estremecieron. El menudo Williams anotó el ensayo –el número 41 con el conjunto nacional, lo que le sitúa como el que más ha logrado en la historia de Gales– y el júbilo se desató. Poco después, el flanker Martyn Williams, venerado entre los suyos por representar como nadie su espíritu combativo y sufridor galés, ató el triunfo con un nuevo ensayo. El apertura Stephen Jones, con dos transformaciones y dos golpes de castigo, dio la estocada final al XV del gallo, que se llevó una derrota de la capital de Gales por primera vez en ocho años. A nadie le importó la incesante lluvia, el frío o las largas colas para entrar en los locales. Era el día de Gales y todo el país, oriundos y visitantes, disfrutó de una fiesta inolvidable. Además del título y el Grand Slam, en la última jornada también estaba en juego la Cuchara de Madera, sonrojante galardón que recibe el equipo que pierde todos los partidos del Seis Naciones. Italia quería evitar tal vergüenza a toda costa y lo consiguió de forma épica. Los azurros se fueron al descanso con un 17-10 en contra ante Escocia. Con el joven Andrea Marcato como líder, lograron remontar y, con el partido empatado a 20, el inexperto apertura logró un drop en el último minuto que daba la victoria a Italia por 23-20. Mientras, en el otro partido en juego, Inglaterra derrotó a Irlanda por 33-10. Pese a la suplencia de la estrella Jonny Wilkinson, que pagó los platos rotos del mal papel inglés en el torneo, el XV de la rosa funcionó a la perfección gracias a Danny Cipriani. El apertura, de 20 años, se destapó como un digno sucesor de Wilkinson al liderar el triunfo de los suyos con sus patadas, gracias a las cuales sumó 18 puntos.