Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

REINO UNIDO

Blair, el reformista laboral que acabó escorado a la derecha

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura3 min
Internacional12-05-2007

Tony Blair se hacía con la victoria en 1997 aplastando electoralmente a los tories de John Major a los que casi superó por 300 escaños. Hasta entonces, las pocas veces que los laboristas habían obtenido la victoria apenas superaban los 30 escaños.

La histórica victoria de Tony Blair se debía, en parte, a los esfuerzos moderadores de Blair, que, entre otras cosas, suprimió el término “socialista” de la definición ideológica del Partido Laborista. Es fácil, por tanto, encontrar paralelismos entre Blair y el español Felipe González y su moderación socialdemócrata de 1979. Tony Blair con su Nuevo Laborismo renunció a las nacionalizaciones, al poder sindical, al aumento de impuestos, en definitiva, a lo que había llevado al fracaso al partido en todas las convocatorias anteriores bajo los liderazgos de Neil Kinnock y Michael Foot. Blair no estaba sólo, le acompañaba Gordon Brown, a quién ya por entonces se le consideraba “su canciller del Tesoro en la Sombra”. La política económica de los laboristas, pilotada por Brown no se diferenció en exceso de los Conservadores y -como pasa en España, las diferencias entre los dos grandes partidos a ese respecto no son demasiado radicales- creó la Nueva Cultura Empresarial para la financiación y aumentó la productividad. En 2001, Blair obtenía otra amplísima victoria sobre los conservadores liderados por el anti europeísta William Hague, cuya carrera política acabó ese mismo día. Sin embargo Blair y Brown comenzaban a mostrar sus flaquezas a no integrar el euro en Reino Unido (del que teóricamente se declaraban partidarios), a sabiendas del perjuicio que les podía perjudicar dado el orgullo de los británicos a su moneda. En 2003, el conflicto de Iraq, en el que Reino Unido apoyó a Estados Unidos, marcaría la era Blair. Sin embargo, los primeros intentos por derribarle, como fueron el caso Kerry o las torturas a iraquíes por soldados británicos, resultaron ser fiascos y en vez de dimitir políticos, dimitieron periodistas. Blair tuvo una gran ventaja sobre el español Aznar, y es que en su caso, el partido de la oposición, el conservador, apoyó decididamente la invasión de Iraq, así pues, las críticas que tuvo que soportar fueron las procedentes de su propio partido. En 2005, Tony Blair todavía tuvo fuerzas para ganar sus terceras elecciones con mayoría absoluta, algo sin precedentes en un premier británico, derrotando a Michael Howard, que dimitió ese mismo día, siendo el tercer líder conservador al que Blair se llevaba por delante. Sin embargo la misma noche electoral, la opinión pública y miembros del Partido Laborista empezaban a solicitar la dimisión de Blair y su sustitución por Brown. Y conforme se iba alargando el conflicto del Golfo se deterioraba su imagen. Finalmente, la pasada semana, Blair anunció su retirada, pronosticada en realidad dos años antes. Su sucesor, Brown, no tardaba en desvincularse de su antecesor. En el mandato de Blair ha estado marcado también por el terrorismo, vivió el fin pactado del IRA y la aparición del terrorismo islamista que mostró su rostro más salvaje el 7 de julio de 2005, empeorando más la situación para la inmigración, otro de los grandes problemas actuales de Reino Unido. Blair quedará marcado por ser un político hábil capaz de jugar a dos bandas, aunque para el sector más izquierdista-social de los británicos será el traidor que escoró el Partido Laborista a la derecha.