Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

RUSIA

Yeltsin, el comunista que acabó con los suyos

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional29-04-2007

Polémico y extrovertido como ningún otro jefe de Estado, Yeltsin fue el primer presidente electo en la antigua Unión Soviética y el responsable de asestar el golpe definitivo a la Unión de Repúblicas comunistas.

Yeltsin, nacido el 1 de febrero de 1931 en Butka, cerca de Sverdlovsk (actual Yekaterinburgo) comenzó su carrera laboral en la construcción, sector al que estuvo ligado varios años después de su afiliación al Partido Comunista (1961). Se convirtió en primer secretario general de la formación para la región donde nació, creció y estudió en 1976, hasta ser nombrado miembro del Comité Central del partido en 1981. En 1985, el propio presidente soviético Gorbachov le designó como líder del Partido Comunista en Moscú y en 1986 lo convirtió en miembro no votante del Politburo, el comité directivo. Pese a mantener abiertamente sus discrepancias con la Dirección del partido y criticar algunas de las reformas de Gorbachov, motivo por el cual en octubre de 1987 se vio obligado a dimitir de la dirección del partido y en 1988 del Politburo, fue designado viceministro de Construcción. Sus laceradas críticas a los miembros más consolidados del Partido Comunista le valieron un gran apoyo popular que le llevó al Parlamento en 1989, cuando Yeltsin ganó las elecciones al Soviet Supremo, equivalente al Parlamento y fue elegido presidente ruso por ese organismo. Fue en ese momento cuando dimitió del Partido Comunista y se desvinculó de su pasado, manteniendo la Presidencia en las elecciones de 1991 y convirtiéndose de esta forma en el primer presidente elegido en Rusia democráticamente y en el principal opositor liberal a Gorbachov. A partir de entonces, Yeltsin comenzó una serie de políticas en la antigua Unión Soviética que propiciaron la caída del régimen y el paso a una nueva democracia, aunque dejando atrás a cientos de miles de ciudadanos en la pobreza. En agosto de 1991, encabezó la resistencia al golpe de Estado perpetrado por radicales comunistas, cuando Gorbachov fue detenido en su casa de campo, lo que le consolidó ante los ojos de los rusos como el líder que necesitaban. En diciembre de ese año, Yeltsin ayudó a fundar la Comunidad de Estados Independientes (CEI), contribuyendo con ello a acabar con los intentos de preservar la Unión Soviética, que ya había visto la independencia de Ucrania y Bielorrusia. Tras este golpe estratégico, el día de Navidad de ese año, Yeltsin consiguió apartar de su camino a Gorbachov al que forzó a dimitir. Como presidente, Yeltsin actuó para acabar con el control del Estado sobre la economía y supervisó los acuerdos de privatización, que permitieron que un puñado de empresarios vinculados con el Kremlin se enriqueciera de forma desmesurada. Sin embargo, las dificultades económicas y la oposición política ralentizaron las reformas y, aunque en su biografía se mostró orgulloso de su carrera política y dijo no arrepentirse de nada, sí cuestionó su decisión de ir a la guerra contra Chechenia. En 1994, Yeltsin ordenó la supresión del régimen separatista de Dzhojar Dudayev, en una campaña militar que concluyó en septiembre de 1996 cuando Rusia retiró todas sus tropas de la República y garantizó, de ipso, la independencia de esta república del Cáucaso Norte. Yeltsin puso fin a su carrera como presidente de manera repentina, el 31 de diciembre de 1999, alegando que el cambio de milenio debía llevar a Rusia nuevos líderes. Entre ellos, eligió a Vladímir Putin como su sucesor y presidente en funciones hasta que fuera confirmado en el cargo en las elecciones de marzo. A Yeltsin, los problemas de corazón le venían de antiguo -ya en noviembre de 1996 fue sometido a un cuádruple bypass que le apartaron durante meses de la actividad política- y puede que fueran una de las razones para retirarse de la política, de cuyo estrés supo librarse en más de una ocasión gracias al vodka.