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TELEVISIÓN

La televisión, un medio peligroso para los niños

Por Silvia Álvarez-BuyllaTiempo de lectura2 min
Comunicación26-02-2007

La pequeña pantalla puede alterar la salud de los menores, según un estudio de la revista Biologist. Un consumo excesivo provoca en ellos autismo, miopía, obesidad, diabetes, alzheimer y pubertad prematura en los niñas, entre otros efectos dañinos. Ante esto, “se debería prohibir” la televisión en los niños menores de tres años, alerta el director del estudio y miembro del Instituto de Biología del Reino Unido, Aric Sigman.

“Nuestros niños ven la televisión durante horas y horas, antes de aprender a leer y a escribir. (..) Un menor de tres años no entiende lo que está viendo. (..) La televisión es la primera escuela del niño. El problema es que es una esponja que absorbe indiscriminadamente todo lo que ve. (...)”. Con estas palabras explica el investigador Giovanni Sartori en su libro Homo Videns cómo la televisión puede modificar la conducta de las personas. La investigación, realizada por la revista Biologist a partir del análisis de 35 estudios científicos previos, demuestra que la televisión puede desencadenar quince efectos negativos en la salud de los niños, entre los que se encuentran obesidad, dos tipos de diabetes distintas, pubertad prematura en las niñas, miopía, autismo, trastornos de sueño y cáncer. Según el estudio, los menores de seis años del Reino Unido han empleado de media un año entero de sus vidas delante de la pequeña pantalla. Por ello, "permitir que los niños continúen viendo tanta televisión muestra una falta de responsabilidad por parte de los padres", afirma el director del estudio, Aric Sigman. Además, cada hora de televisión en personas de más entre los 20 y los 60 años incrementa el riesgo de desarrollar Alzheimer, añade. La Era de la imagen La televisión se ha convertido en un medio de comunicación indispensable en todos los hogares. El salón de cada casa gira en torno al televisor. Las conversaciones familiares se sustituyen por las series o los programas. La imagen prima sobre el texto y lo verdaderamente importante es impactar, emocionar, sentir. “¿Cuánto crees que tardaremos en sustituir esa pared por otra televisión? Sería como si esta sala no fuera nuestra, sino que perteneciera a toda clase de gente exótica.”, decía una de las protagonistas de la obra Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, a su marido. Además, el mismo personaje decía en el libro: “Me entiendo con los niños cuando vienen a casa tres días al mes. No es completamente insoportable. Los pongo en el salón y conecto el televisor”. Esta obra de ficción se cumple en la realidad. La televisión forma al adolescente y sustituye a la baby sitter. El medio educa sin querer hacerlo. Y esto provoca que los niños y también los adultos se expongan a imágenes que les condicionarán durante el resto de su vida.