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COREA

Corea contra Corea, el último escenario de la Guerra Fría

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura3 min
Internacional18-02-2007

La península de Corea, en Indochina, fue un escenario de la etapa final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón ya se encontraba al borde de la derrota ante EE.UU. (que ya había lanzado sus bombas atómicas), la URSS decidió declarar la guerra al imperio del sol e invadió el norte de Corea (que entonces formaba parte de Japón), los americanos, optaron por seguir su ejemplo y con tropas británicas se apresuraron a entrar por el sur.

Tras la capitulación japonesa, EE.UU. y la URSS decidieron conceder la independencia de todas las colonias. Sin embargo cada parte quería imponer su sistema a cada país liberado del nazismo. En 1948, los soviéticos proclamaron en su zona la República Popular Democrática de Corea, a cuyo frente se situó Kim Il-sung, que habría de convertirse en uno de los mayores tiranos de la historia de la Humanidad. Inmediatamente después, los americanos crearon un segundo estado por debajo del paralelo 38: la República de Corea, como presidente, Syngman Rhee, también dictador y fiel seguidor de las directrices de Washington. Ambas partes se reclamaban hablar en nombre de toda Corea y consideraban provisional la división del país, una provisionalidad que dura hasta hoy. En 1950 las tropas de la URSS abandonaron Corea del Norte y las americanas Corea del Sur, pero de manera muy diferente. Los rusos habían dejado creado un Ejército Rojo coreano muy combativo en el Norte, Corea del Sur apenas disponía de una pequeña unidad de voluntarios. Kim Il-sung no quiso perder la oportunidad y ordenó la invasión de Corea del Sur, obteniendo importantes victorias. La ONU condenó a Corea del Norte como agresor y envió tropas en su defensa, en su mayoría enviadas por Estados Unidos al mando del popular general Douglas McArthur. Su ofensiva tuvo éxito, al lograr traspasar el paralelo 38 y penetrar en la zona norte. En 1953, Corea del Norte obtuvo un respaldo decisivo: China. Las tropas de Mao entraron en la península, donde prácticamente barrieron a los americanos hasta el paralelo. McArthur solicitó al presidente Harry Truman que atacara con bombas nucleares a China, Truman respondió destituyéndolo y solicitó negociar. La salvaje Guerra de Corea acabó en tablas, consolidándose la división entre ambas coreas. Finalizó la crisis, pero la tensión continuó. Las dos Coreas han tenido siempre el miedo a una inminente invasión enemiga y aunque no haya un muro de cemento como en Berlín, existe una separación infranqueable a través de campos de minas. En política, no obstante, eran muy diferentes. En el Norte el dominio absoluto era para Kim Il-sung, el dictador que controlaba las horas de despertar y de dormir de su pueblo -y hasta la del sexo-. En el Sur, a la caída de Rhee (1960) le sucedió el régimen del general Chang, derribado en 1962 por el general Chung Hee, este último consiguió molestar a Estados Unidos, que deseaba a un gobernante demócrata, y fue asesinado en 1979. Sin embargo el régimen autoritario se mantuvo. Los halcones consideraban las reivindicaciones democráticas como “una debilidad” que sólo ayudaba a Corea del Norte. La elección de Corea del Sur como sede de los Juegos Olímpicos de 1988 forzó a un cambio de actitud y en agosto de 1987 se aprobó una nueva Constitución que establecía las normas democráticas parlamentarias en el país. En 1989, el Gobierno surcoreano se esforzó en establecer relaciones con los países comunistas, logrando un relativo éxito (fue reconocido por Hungría, China y la propia URSS) pero que quedó en agua de borrajas al desintegrarse el mencionado mundo en el proceso de desplome comunista 1989-1991. En 1990, con la desaparición del bloque del Este, las dos coreas iniciaron negociaciones para su inminente reunificación, no hubo acuerdo. Y en 1991 las dos coreas ingresaron oficialmente en la ONU como dos países paralelos. Ambas firmaron un pacto (1992) en el que ambos países se comprometían a no agredirse y a no desarrollar armas nucleares. En 1994 murió el dictador norcoreano Kim Il-sung, tras 50 años de mandato, siendo el dictador más decano del siglo XX y su hijo, Kim Jong-il tomaba las riendas del país y anunciaba que desarrollaría armas nucleares, desatando las alarmas de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, los tres durante los últimos diez años se han encargado de supervisar desconfiadamente cada gesto en falso del dictador junior. La última “crisis de los mísiles” (la tercera desde la llegada de Kim Jong-il) ha concluido en acuerdo. Finaliza la crisis, la tensión continua.