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IRAQ

Iraq centra el primer enfrentamiento entre demócratas y republicanos

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional19-11-2006

Con los demócratas controlando el Senado y el Congreso de Estados Unidos, era sólo cuestión de tiempo que la guerra de Iraq se situara en el centro del debate político. "La primera tarea" que se han fijado los ganadores de las elecciones legislativas del pasado 7 de noviembre es "cambiar la dirección política de Iraq", pero el presidente estadounidense, George W. Bush, y su partido continúan enconados en esa posición que augura "un desastre" en el país mesopotámico si EE.UU. retira las tropas.

Después de más de tres años de guerra en Iraq, con cifras que hablan de hasta 100 muertos diarios consecuencia de la violencia sectaria y cerca de 3.000 bajas en el Ejército de EE.UU. el debate sobre la situación del país mesopotámico ya no puede simplificarse a los parámetros de victoria/derrota o retirada/permanencia. Ningún analista político se atreve a vaticinar una reducción de la violencia en caso de un repliegue de las tropas estadounidenses y sobre muchos pesa la sombra de la retirada soviética de Afganistán a finales de los 80. Su intervención sólo sirvió para retrasar el golpe de Estado y la toma del poder por parte de los talibán. Así las cosas, en los círculos políticos estadounidenses, Iraq es una cuestión de rédito electoral. La principal preocupación en el Partido Demócrata es acabar con el reguero continuo de vidas norteamericanas y los republicanos, pese a la "revisión" de su política en torno a la guerra, no cejarán fácilmente en una línea estratégica que han defendido durante tres años. Sin embargo, la mayoría en las cámaras ya no es suya. Los demócratas ya presentaron en junio un proyecto de resolución que pedía el repliegue de Iraq, pero fue rechazado por la entonces mayoría republicana. Ahora, los ganadores de las legislativas repetirán el asalto a la Administración Bush, pues como "primera tarea" se han fijado "cambiar la dirección de la política en Iraq", según declaró al canal de televisión ABC el senador demócrata Carl Levin. De hecho, han establecido un plazo concreto: "entre cuatro y seis meses", pues, a su juicio, "la política de mantener en Iraq el mismo rumbo que hasta ahora no es viable, dados los resultados de las elecciones y la composición del Congreso". Una nueva resolución para la retirada, aunque no sería vinculante para el Ejecutivo estadounidense, sí sería un punto de enorme presión para Bush, que terminaría por plegarse al deseo de una reducción gradual del contingente de 145.000 soldados en Iraq. Mientras en las filas demócratas existe unanimidad en torno a esta postura, en las republicanas las cosas han cambiado con el paso del tiempo. El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Joshua Bolten, insistió hace poco en que una fecha concreta para la retirada "sería un verdadero desastre para el pueblo iraquí" y apostó, incluso, por aumentar el número de tropas para acabar con la insurgencia. Pero otros correligionarios del partido son ahora conscientes de que el resultado en las legislativas "es un aviso al Gobierno iraquí” de que EE.UU. se va a quedar en Iraq para siempre". La postura del presidente Desde las legislativas, Bush se ha mostrado más flexible con las posiciones demócratas e incluso ha aceptado revisar la estrategia en Iraq para dar un golpe de timón a la desastrosa situación en el país mesopotámico. Sin embargo, el presidente de EE.UU. continúa advirtiendo de que no se puede fijar una fecha de retirada de Iraq. En un viaje a Vietnam -la segunda de un presidente desde que se restablecieran las relaciones diplomáticas en 1995- Bush consideró que la lección de la guerra que acabó hace 31 años es que en Iraq: "ganaremos si no abandonamos". "Queremos resultados instantáneos y en Iraq eso va a llevar un tiempo", añadió, señalando a continuación que "va a requerir un largo tiempo que la ideología de la esperanza, que es la ideología de la libertad, se imponga a la ideología del odio". Aunque las comparaciones entre Iraq y Vietnam se han esquivado durante largo tiempo, lo cierto es que la Administración Bush es incapaz de frenar ya los paralelismos con un conflicto que marcó a Estados Unidos. Aun así, el presidente se esforzó por mostrar un punto de vista conciliador: "Con el tiempo, EE.UU. y Vietnam se han reconciliado por encima de sus diferencias durante la guerra, lo que demuestra que los países pueden dejar atrás sus diferencias en el pasado en pro del bien común".