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CINE

Muere Glenn Ford, el éxito de una bofetada

Por Eva Araújo LosasTiempo de lectura3 min
Espectáculos30-08-2006

A Gwyllyn Samuel Newton pocas personas le recordarán por su verdadero nombre. El hombre que se levantaba con la ropa planchada o aquel que recibió la bofetada de la carismática Rita Hayworth en Gilda; son momentos que harán identificar al actor con su vida cinematográfica enfundada en Glenn Ford.

Aunque nacido en Canadá, Glenn Ford siempre fue americano. Con ocho años se traslada a California con sus padres y empieza a trabajar muy joven como mozo de cuadra, a las órdenes de un hombre que marcará el curso de su vida: Will Rogers fue su trampolín, el que le inició en el mundo del teatro, y Tom Moore fue su descubridor, el hombre al que Hollywood le debe parte de su producción cinematográfica entre 1946 y los 60. Tras clases de Arte Dramático en California y una larga lista de incursiones teatrales, Glenn Ford aparece en la gran pantalla por primera vez en 1939 con Heaven with a Barred Wire Fence, dirigida por Ricardo Cortez. Sin embargo, su recién estrenada vida en lo que el canadiense consideraba su pasión, se ve truncada por el deber patriótico de Gwyllyn Samuel Newton, que tiene que enrolarse en la marina americana durante la Segunda Guerra Mundial. Superviviente -con galones- de la contienda, en suma con su gran amistad con Ronald Reagan, su acentuado carácter conservador quedó marcado, demostrando años después manifiestas inclinaciones xenófobas: a finales de los 60 -en una época en la que su carrera ya estaba postrada en segunda fila- durante una entrega de premios el actor rehusó sentarse al aldo de una de las actrices de la serie Mannix, porque era negra, algo que el creciente progresismo de Hollywood no encajó con buenos ojos. Gilda le proporcionó tras la Guerra el éxito que esperaba en su carrera, y la bofetada que su compañera de reparto le asestó, todavía hoy se recuerda. Rita Hayworth se convirtió en una de sus compañeras habituales durante los años dorados de Glenn Ford, que aunque nunca fue un gran actor, sí resolvía eficazmente sus papeletas. La Semilla de maldad o Los cuatro jinetes del Apocalipsis mostraron a este dúo de viejas glorias. Deseos humanos, Los sobornados, o la trilogía de filmes dirigidos por Delmer Daves, en el género del oeste -Jubal, Cowboy y El tren de las 3.10-, son algunas de sus mejores películas. También la comedia le hizo brillar como una circonita en El noviazgo del padre de Eddie, de Vicente Minelli, y Un gánster para un milagro, última película del cineasta Frank Capra. En los setenta, Glenn Ford tuvo que conformarse con papeles secundarios e intervenciones televisivas, como en la serie Sam Cade, en la que interpretaba al sheriff de un pueblo de Arizona. Sólo volvería a la pantalla en 1978 con Superman, la adaptación del cómic que hizo Richard Donner. Aunque nominado en una ocasión a los Óscar, por Melodía interrumpida (1955), Hollywood nunca le otorgó el galardón por sus muestras cinematográficas de americano correcto, bonachón y simpaticote. Con más suerte que la que para nosotros será siempre su eterna compañera, Margarita Carmen Cansino (Rita Hayworth), que padeció de Alzheimer, Glenn Ford desapareció hace años del mundo del espectáculo, para acabar de envejecer en el seno de su intimidad como Gwyllyn Samuel Newton. El pasado 30 de agosto murió con 90 años de edad.