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CICLISMO

Landis, el ¬amish¬ que triunfó en los Campos Elíseos

Por LaSemana.esTiempo de lectura3 min
Deportes23-07-2006

La retirada de Lance Armstrong y los efectos de la operación Puerto han permitido ver la consagración definitiva de una serie de corredores cuya ambición ha permitido ver un espectáculo que se echaba en falta de un tiempo a esta parte. Floyd Landis, Óscar Pereiro y Andreas Klöden ocuparon el podio, aunque corredores como Carlos Sastre demostraron también un gran potencial. De todos ellos destacó su coraje y entrega.

Floyd Landis El tercer campeón estadonidense del Tour se crió en el seno de una familia amish, prácticamente asceta, en un pequeño pueblo de Pensilvania. Cumplía con las exigencias de su comunidad, realizaba sus tareas en la granja familiar y, al final del día, guardaba siempre un rato para salir a rodar con su bicicleta de montaña. A los 18 años, decidió dar un giro radical a su vida. Se marchó a San Diego convencido de convertirse en un campeón del mountain bike y pronto se pasó a la carretera, donde veía más futuro. y el éxito lo acompañó. Corrió con el Mercury, en el que logró el tercer puesto en el Tour del Porvenir de 1999. En 2002 se marchó al US Postal de Lance Armstrong y se convirtió en un gregario de lujo para el heptacampeón. Pero vivió a su sombra hasta que decidió marcharse para liderar un equipo, lo que le costó enemistarse con el exigente Armstrong. El elegido fue el Phonak, a pesar de ser considerado un conjunto demasiado débil para defender el liderato en una prueba tan exigente como el Tour. Landis lo ha conseguido, pero además, corriendo tras una caída en 2003 con una necrosis en la cadera, muy dolorosa –la Unión Ciclista Internacional (UCI) lo autorizó a tomar cortisona, un calmante–. Por eso decidió esperar al final del Tour para implantarse una prótesis y tratar de volver al máximo nivel e la competición. Óscar Pereiro Al igual que Landis, Pereiro comenzó a competir subido a una bicicleta de montaña. Con 17 años fue subcampeón de España en categoría sub-23. Su primer equipo profesional fue el portugués Porta da Rabeas: allí ya empezó a destacar como un corredor ambicioso, buen rodador, peligroso en la montaña y algo más flojo en la contrarreloj, aunque no como un líder. Ello convenció a Álvaro Pino a contratarlo para el Phonak, en el que se convirtió en imprescindible. Fue décimo del Tour en 2004 y 2005, y además ganó una etapa. En el mejor momento de su carrera, con 28 años, llegó al Illes Balears para ayudar a Alejandro Valverde, pero tras la caída del murciano y la media hora que le regaló el pelotón en la etapa de más larga de la Grande Boucle dieron un inesperado giro. El gallego se ha consagrado con el mayor éxito de su carrera, aunque no aspira a conformarse. Andreas Klöden El caso de Klöden se asemeja un poco al de Pereiro. El alemán, aunque ya subió al podio del Tour en 2004 –segundo–, tenía la misión de llevar a la victoria a su compatriota Jan Ullrich, pero la criba de la operación Puerto le abrió el camino de la victoria. Klöden, gran contrarrelojista y aceptable escalador, era la esperanza alemana, después de nueve años, toda su carrera, en el T-Mobile. Sin embargo, las críticas a la dirección del italiano Valerio Piva –tras el despido del belga Rudy Pevenage–, muy conservador, hacen pensar que de haber sido más ambicioso, su resultado podría haber sido mejor.