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SIN CONCESIONES

Una España dividida en dos

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión12-06-2005

Dicen que la política española está crispada porque Zapatero y Rajoy han roto la amistad que unió a ambos la legislatura pasada. Ya ni siquieran hablan por teléfono. Se insultan el uno al otro a través de las cámaras como dos niños pequeños que se pegan en el patio del colegio. Dicen que el Parlamento rebosa crispación pero a menudo veo en la calle y en las oficinas las mismas discusiones, los mismos argumentos y el mismo lenguaje demagogo que utilizan los políticos. Dicen que los partidos están enfrentados pero hace tiempo que la sociedad española está dividida en dos: en conservadores y progresistas, en católicos y laicos, en derecha e izquierda. España se rompió en dos españas el 11 de marzo de 2004. La mitad de los ciudadanos confió ciegamente en su gobierno mientras que la otra mitad le responsabilizó del atentado. No fue una reacción casual. El empecinamiento de Aznar con la guerra de Iraq y la radical oposición de Zapatero prepararon una hoguera a la que sólo faltaba encender el fuego. La llama prendió el 11-M con doce bombas en lugar de con una cerilla. La oposición llegó al Gobierno con ansias de venganza a la vez que el Gobierno cayó en la oposición con claras muestras de rencor. Ni unos ni otros reconocieron sus errores. Ahora, el Partido Popular no piensa más que en ganar las eleccionar para tomarse la venganza a las venganzas que ya se ha tomado el Partido Socialista con la retirada de las tropas de Iraq, la paralización de la Ley de Calidad o la derogación del Plan Hidrológico Nacional. Mientras, el PSOE gobierna sin más estrategia que dejar solo al PP aun en aquellos casos en los que lleva la razón. El daño que causaron los terroristas del 11-M es mucho mayor que los 192 muertos que dejó la tragedia. Tras las bombas y las elecciones, pocos escuchan las razones y los argumentos de quienes están en el bando contrario. No es sólo crispación. La tensión y la división se plasma entre semejantes en manifestaciones antigubernamentales que ahora organizan quienes las sufrían antes y en leyes insensatas contra el sentir de la mayoría. Si faltas a la manifestación, te señalan de izquierdas. Si criticas la ley, te tachan de derechas. Parece que, si estás con unos, estás contra los otros. Es el fiel reflejo de las dos españas. Este es al menos el mensaje irresponsable que lanzan nuestros políticos. No son conscientes -o no quieren serlo- de que el mejor modo de ganarse adeptos no es por la vía de la separación, sino del encuentro y del diálogo. Sólo a través de la escucha y el intercambio de argumentos puede avanzar un país. Sólo así pueden convivir en comunión sus ciudadanos. Sólo así puede apagarse una hoguera que va camino de quemarnos a todos.