MUSEOS
El museo judío de Berlín, dos mil años de recuerdos
Por Eliane Hernández Montejo
1 min
Cultura13-09-2001
El edificio construido por el arquitecto estadounidense Daniel Libeskind es, en sí mismo, un reflejo de lo que acoge en su interior. Sobre todo el espacio vacío que, situado en el edificio, es imposible evitarlo al pasear por su interior. Y que hace referencia al vacío producido por el nazismo.
La gala de inauguración del museo, 60 años después de que su antecesor fuera cerrado por los nazis, sirvió para reunir a diversas personalidades de la política y de la cultura alemanas. Al día siguiente, sus puertas eran abiertas para el público en general. Antes, más de 350.000 personas habían paseado por su interior, cuando estaba totalmente desierto. La diferencia ahora es considerable. Las donaciones de particulares han permitido reunir 3.900 objetos representativos de la vida de los judíos en Alemania. Fotos, cartas, los instrumentos que se utilizan para la circuncisión, y las maletas de los judíos que huyeron de Berlín. Pero también aparece la tecnología, por ejemplo, para mostrar un recorrido por los barrios judíos durante la Edad Media o ayudar al visitante a reconstruir el árbol genealógico de alguna familia. El museo pretende ser un centro de información histórico y social sobre dos milenios de convivencia. En 1925 vivían en Berlín más de 170.000 judíos, en la actualidad son sólo 10.000. Por eso, recordar la historia que une a alemanes y judíos es una de las mejores maneras de mejorar sus relaciones. Porque, según W. Michael Blumenthal, , director de la institución, “desde sus inicios hasta la toma del poder por parte de Hitler, los judíos, al menos de hecho, nunca fueron reconocidos del todo como alemanes”. Por eso, su principal objetivo es que “los visitantes se lleven de aquí fuerza y valor para defender la tolerancia, y, si es el caso, luchar por ella”. Este judío fue secretario del Tesoro de EE.UU., donde vivió después de que su familia huyera en 1939. Así que es muy consciente de lo que dice.