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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La negación

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España24-04-2017

ETA no acabará con la entrega de armas. Ni siquiera con el anuncio de su disolución. El verdadero final de ETA llegará cuando su simple mención aúne de forma unánime los sentimientos de rechazo y/o vergüenza. Especialmente en el País Vasco donde fueron tantos los que siguieron con la partida. Mientras persista la justificación o la equidistancia, la banda seguirá viva. Es necesaria una reacción parecida a la que uno encuentra cuando pregunta por el nazismo a los alemanes. Allí difícilmente alguien atribuiría a Himmler la etiqueta de "artesano de la paz" que sí le concede la izquierda abertzale al carnicero de Mondragón, por ejemplo. Se exhibe estos días en las salas de cine una película llamada La negación, donde se aborda el negacionismo del Holocausto. Basada en hechos reales, arranca con la frase de la protagonista, una historiadora contraria a discutir con los negacionistas. "No gastaré tiempo en discutir con alguien que diga que el Holocausto nunca existió como tampoco discutiré con alguien que diga que Elvis sigue vivo".

La cinta demuestra lo equivocado y hasta irresponsable que puede llegar a ser permitir que ciertos relatos avancen a sus anchas sin la oposición de los hechos. Aunque solo sea como antídoto contra tontos útiles o perezosos. Los primeros tienden a saldar cualquier cuestión como una mera confrontación de dos versiones, ambas válidas. De ahí salen conceptos como "las dos violencias" o el "conflicto". Sin embargo, nadie en su sano juicio otorgaría a los nazis la condición de víctimas de ningún conflicto con los judíos, como nadie aceptaría como válida la versión del Estado Islámico. Los perezosos son más partidarios de pasar página cuanto antes. Dejarse de líos. Cualquiera de las dos posturas renuncia a la verdad. Y es que hay realidades ante las que la equidistancia no es una opción. La equidistancia te convierte en cómplice.

La negación aborda también el debate de la libertad de expresión a cuenta del negacionismo del holocausto. Se impone el argumento que la mejor manera de defenderla es perseguir los discursos que abusan de ella para imponer un relato falso a sabiendas de que lo es. Hay una duda que sobrevuela sobre la película ¿y si de verdad se lo creen? ¿Y si de verdad alguien cree que el Holocausto nunca existió? Bueno, son muchos los locos que se creyeron Napoleón. Incluso el etarra Zabarte aún cree que asesinar a un niño de 13 le convertía en un libertador de la oprimida tierra vasca. Pero una cosa es que ellos se lo crean y otra que el resto tengamos que permitir que nos impongan sus locuras. Las dos cosas no. Y en la película todo este debate no se celebra en Twitter precisamente, sino en un juicio. Los tribunales suelen ser la mejor antesala de los libros de Historia para abordar el relato de los asesinos, desde Auschwitz hasta Mondragón.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio