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ANÁLISIS DE ESPAÑA

De Urkullu a Artur Mas

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España26-09-2016

Iñigo Urkullu ganó sus primeras elecciones en el País Vasco en el año 2012. Ese mismo año las ganó también Artur Mas en Cataluña. Y con esto ni siquiera sería necesario seguir escribiendo este artículo. Pero por si acaso hay alguien que ha vivido lejos de España los últimos años, habría que recordarle que el vasco ha reeditado su victoria, mejorando incluso sus resultados de hace cuatro años mientras que Artur Mas ya no es presidente en Cataluña y su partido ya no existe. Es fácil imaginarse al ex president sentado en su butaca siguiendo la noche electoral en Euskadi. ¿Qué se le pasará ahora por la cabeza? “Quién me mandaría a mi alentar aquella Diada. Sin pacto fiscal tampoco estábamos tan mal”.

Tanto Urkullu como Mas eran nacionalistas. Ambos de derechas, conviene no olvidarlo. Encabezaban partidos hegemónicos en sus respectivas comunidades, en el poder durante casi 30 años. La carrera política de Urkullu y Mas se parecía tanto que los dos devolvieron el Gobierno a sus partidos después de un lapso de tiempo en la oposición. Patxi López desbancó al PNV en Euskadi (con el apoyo gratis del PP, conviene no olvidarlo tampoco) y el Tripartito echó a CiU en Cataluña. Pero apenas llevaba dos años en el cargo Artur Mas cuando decidió convocar de nuevo a los catalanes a las urnas movido por el éxito de aquella Diada debidamente alentada en clave independentista desde la Generalitat. Aquello pretendía servir como escenificación de fuerza ante el Gobierno en sus negociaciones para un pacto fiscal, pero acabó siendo el punto de no retorno, el principio del fin de muchas cosas, entre ellas de la propia CiU. El resultado del invento fue que Mas perdió 12 escaños. Pero insistió a diferencia de Urkullu, que supo ver que las aventuras rupturistas de Ibarretxe no llevaban a su partido a otro sitio que no fuese la oposición. Así que tres años después volvió a convocar elecciones, esta vez directamente en clave plebiscitaria sobre la independencia.

En el camino se dejó la eterna alianza con Unió y se abrazó a su tradicional rival político. En este caso el resultado del invento fueron 62 escaños, es decir, los mismos que sacó su partido en solitario cinco años antes. Además perdió el pretendido plebiscito independentista. Gobiernan, sí, pero diluidos en Junts pel Sí. Gobiernan, sí, pero a merced de un partido antisistema y minoritario que entre otras exigencias se encontraba la de retirarle de la política. Un genio. Sería mentir decir que en Cataluña existía entonces más clamor secesionista que en Euskadi. Tampoco menos. Pero lo cierto es que, según el Sociómetro Vasco, las personas que en esa comunidad quieren la independencia se ha reducido del 30 al 19 por ciento en dos años.

Esto viene a contestar una pregunta fundamental a la hora de analizar la cuestión y que consiste básicamente en determinar si en el sentimiento independentista va antes el huevo o la gallina. Es decir, si son los políticos quienes se suben a una espontánea ola ciudadana o quienes la alimentan o amplifican cuando no la generan directamente. Esto último realizó Mas a diferencia de un Urkullu, que piensa que el verdadero autogobierno se basa en mayor estado de bienestar. Y con ese discurso, eludiendo la confrontación identitaria, ha logrado revalidar su victoria sin discusión y de paso relegar a las fuerzas constitucionalistas a un papel residual. Urkullu y Mas partían desde posiciones idénticas, pero su final no ha podido ser más diferente.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio