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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Mujeres interpretadas

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión27-06-2004

La mujer es vista por el hombre como un enigma, un misterio, una incógnita. Y aun así, la ama. La mujer es la melodía que brota al vibrar el corazón del hombre con una belleza fatal que determina el destino del amado. La melodía es mujer; y el pobre intérprete masculino trata de imitarla instrumentalmente -al bajo, al violín, al piano- logrando remedos que caben en partituras, ritmos, ejes cartesianos. La mujer racionalizada, agotada en sus pretensiones, limitada en sus misiones, denunciada en su debilidades... es una reducción vulgar. Una vulgaridad que sólo puede parir el cerebro de un hombre plano o de la feminista que lo imita. Lo humano es siempre demasiado humano; por eso nuestro tiempo es siempre de guerras, muerte y violencia. Nadie puede terminar con la violencia en el hogar porque siempre habrá hombres, mujeres, niños y decisiones equivocadas. Sin embargo la tendencia actual puede invertirse. ¿Cómo? Ver a la mujer como un objeto valioso que proteger y al hombre como un enemigo al que combatir no ayuda. Aunque así lo crea la vicepresidenta del Gobierno De la Vega. Para ella, la familia, palabra vacía de significado propio y llena de infinitos ajenos, cabe en su eje de leyes que, según ella, dan dignidad a las personas. Ya lo dijo: “Es la constitución la que otorga la dignidad a las personas”. La mujer no es melodía, ni el hombre es armónico, ni la familia es una mágica sinfonía. La familia, la mujer y el hombre son lo que ella diga que son en sus leyes. Cerebro de hombre plano; o de feminista que lo imita. Mostremos, pues, otro camino. Aprendamos los hombres que la mujer no cabe en esquemas. Que su modo de ser no es el nuestro. Que su amor se expresa en un idioma distinto. Que su fidelidad no consiste en decirnos lo que queremos oír, sino en revelarnos lo que necesitamos para crecer. Aprendamos todos que hombres, mujeres, niños, personas, familias... son realidades que no caben en leyes, más valiosas que cualquier ley, más valiosas que cualquier ideal particular, más valiosas que un puñado de votos. Aprendamos que la dignidad no la da una ley que discrimina positivamente a unos y negativamente a otros. Aprendamos que el hombre y la mujer nacen para hacer el amor y no la guerra. Aprendamos a ser hombres. Aprenda a ser mujer, De la Vega. “Conócete a ti mismo”. Después, las buenas leyes salen solas.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach