EL REDCUADRO
Todo al 17
Por Antonio Burgos3 min
Opinión12-01-2004
Como número no está mal el 17: negro, impar y pasa; vecino del 25 y del 34; en los desamparados y escasos huérfanos de la ruleta francesa, mínima y partida zona frontera con el tercio y la asociación de vecinos del cero. En Madrid y en Marbella, en Monte Picayo y en Peralada, al 17 juegan muchos famosos, que lo tienen como favorito, esté el cilindro dando huérfanos o no los dé, que hay quien se empeña en apostar contra la suerte. Al 17 creo que jugaba Lola Flores en el casino de Marbella. Al 17 juegan muchos populares. Algunos, por el 17, se han dejado en la ruleta diecisiete cortijos o diecisiete pisos del barrio de Salamanca. Cuando Don Juan de Borbón estaba en el exilio portugués, "Villa Giralda" quedaba al lado del casino de Estoril. Y muchos de los monárquicos de semana que luego decían que se habían arruinado ayudando económicamente a la Causa del Conde de Barcelona callaban que donde habían dejado su fortuna había sido, en efecto, en Estoril, pero no en el 3 del ordinal de Don Juan como Rey, sino en el 17 de la ruleta del casino. Hago este elogio casi ludópata del 17 no porque yo haya sentado plaza de Gonzalo García Pelayo, sino porque nos va a hacer falta. ¡Señores, hagan juego! Aquí no hay aviso de "no vas más", sino de todo lo contrario: no crean que esto se va a quedar así. Esto va a más y a peor. ¡Todo al 17! ¡Pum!, el montón entero de fichas en el 17: las fichas rojas de la reconciliación nacional, las fichas negras del consenso, las fichas de la unidad nacional, amarillas, con la mala suerte que trae el amarillo. Cuando en Estoril los monárquicos y en Biarritz los ricos se jugaban sus cortijos y sus haciendas al 17, arriesgaban su dinerito particular. Si se quedaban palmatorias totales, era su capricho y su aventura. Pero ahora todo el capital que están poniendo para jugárselo, y probablemente perderlo, al 17, no es de los jugadores sentados en la mesa, sino que es nuestro, de todos los españoles, conseguido con tantas fatiguitas, renuncias, esperanzas, miedos y esfuerzos. Pedir 17 agencias tributarias (o 17 cobradores del frac, da lo mismo) es arriesgarse a echar tapete negro sobre la caja común del Reino de España. ¿Qué agencia recaudará para mantener las Fuerzas Armadas, el servicio exterior o o las instituciones parlamentarias de la soberanía nacional, si es que sigue existiendo cuando haya caído la bola no en el 17, sino en el 0 patatero? Pedir 17 tribunales supremos de la Señorita Pepis, y me imagino que 17 consejos del poder judicial, es arriesgarse a echar tapete negro definitivo sobre la independencia de la Justicia. Es jugar al 17, pero no en la ruleta francesa, sino a la ruleta rusa con el cargador hasta la corcha. Tras la Constitución, la solución al problema vasco y al problema catalán fue el error de las 17 autonomías del café para todos. Entonces por lo menos había café que repartir. Ahora, probablemente, cuando nos lo hayamos jugado todo al 17 y lo hayamos perdido, como ya está todo el café agotado, habrá que empezar a repartir mierda.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor