SIN CONCENSIONES
El Patriota
Por Pablo A. Iglesias
1 min
Opinión13-10-2003
Era un padre feliz hasta que un desconocido mató a su hijo. Entonces sacó el fusil del armario y persiguió por todo el país al enemigo hasta asesinarlo. Luchó en una guerra que no era la suya. La única guerra que él tenía en mente era la venganza. Le llamaron "el patriota". Era sólo una película pero lloré de miedo en la butaca y sentí escalofrios durante días. La imagen de Mel Gibson se quedó grabada en mis ojos casi una semana. Transmitía odio, mucho odio. Sólo pensaba en vengar aquella muerte con otra. George W. Bush reaccionó de forma similar el 11 de septiembre. Defraudó a todos los que le creímos capaz de construir un nuevo mundo basado en el diálogo y la humanidad. Buscó un lugar donde descargar su ira según manda el dios de los judíos. Ojo por ojo, diente por diente, sangre a la sangre, odio, rencor, venganza... Estados Unidos respondió en Afganistán como lo hace Israel a los atentados palestinos, como lo hace Arafat a los ataques de Sharon. Todos tratan de derrotar al otro con el mal en lugar de vencer al mal con el bien. No todos los patriotas son como Bush o Gibson. Hay patriotas de carne y hueso que no interpretan un papel en la pantalla o ante las cámaras. Hay patriotas en el anonimato y hay patriotas que, antes que héroes, son personas. José Antonio Bernal demostró ser una de ellas cuando marchó voluntariamente a Iraq. Su padre lo ha demostrado con el asesinato de su hijo. No ha corrido a vengar la muerte. La ha aceptado con "resignación cristiana". No necesita otra muerte para recuperar la felicidad. Él sí es un patriota. No es como Gibson, no es como Bush.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito