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ANÁLISIS DE LA SEMANA

¿Quién engaña?

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura3 min
España23-03-2003

Por unanimidad, el Tribunal Constitucional consideraba hace unos días la Ley de Partidos dentro de los márgenes de la Constitución. Ahora, el Tribunal Supremo, también por unanimidad, ha sentenciado la ilegalización definitiva de Batasuna. Por mucho que el Partido Nacionalista Vasco pretenda acusar al Poder Judicial de estar sometido al Gobierno, imagínense la cantidad y fuerza de las razones que tiene el Supremo para emitir tal sentencia cuando para pronunciarla no ha tenido en cuenta ni los silencios de Batasuna cuando ETA asesinaba –Batasuna se negaba a condenar los atentados- ni las actuaciones de Batasuna antes de la aprobación de la Ley de Partidos –en función de la cuál se ha hecho posible su ilegalización- ni los delitos de exaltación del terrorismo –que ya son sancionados pro el Código Penal-. El Supremo ha decidido la ilegalización en virtud del artículo 9 de la Ley de Partidos, es decir: porque Batasuma, Euskal Herritarrok o Herri Batasuna es una organización cuya finalidad es destruir o deteriorar el régimen de libertades democráticas e imposibilitar o destruir el régimen de la democracia. A pesar de ello, los abogados de Batasuna intentan generar desinformación, declarando que para ilegalizar un partido es necesario probar que da un "apoyo directo, expreso, real y efectivo" a una banda terrorista, cosa que no se puede demostrar por el silencio de la formación abertzale ante atentados terroristas. Precisamente ese aspecto no ha sido uno de los argumentos del Supremo, como se ha expuesto, para declarar la ilegalización. También los nacionalistas vascos han rechazado la decisión del Supremo, en su estrategia orientada a desprestigiar las instituciones democráticas y de desafiar toda decisión desacorde con sus intereses. Para Xavier Arzalluz todo es un intento del Partido Popular por acabar con el nacionalismo vasco no violento. Curiosamente, Arzalluz no habla de nacionalismo vasco democrático, y es que es un duro debate el de hasta qué punto un nacionalismo que defiende esquivamente los intereses de un partido que apoya el terrorismo pueda calificarse de democrático. Por si acaso, el presidente del PNV no se pilla los dedos. El que pone en un verdadero aprieto a su partido, en este caso al Partido Socialista, es el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza. Odón Elorza considera, como los nacionalistas vascos, que la decisión del Tribunal Supremo de ilegalizar Batasuna es “lamentable”, por ejemplo, y pide que Batasuna pueda presentarse a unas próximas elecciones para que se conozca el apoyo real que tiene del pueblo vasco. Cada vez está más cerca un posible triunfo del PSOE en unas elecciones, incluso, en las Generales de 2004. Y hasta el más acérrimo defensor del PSOE debe darse cuenta de que por el bien de todos los españoles, este partido debería ponerse en serio a diseñar su programa relativo a la estructura y organización del Estado español. Porque Zapatero gusta mucho últimamente de acusar al presidente del Gobierno de “fracasar y mentir”

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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