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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Sánchez y la promesa del PSOE

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España19-06-2017

Nos hemos acostumbrado a celebrar cosas absurdas, empezando por los cumpleaños. Se nos agasaja por el mero hecho de haber nacido, una cuestión en la que -estaremos de acuerdo- no tuvimos ningún mérito. En todo caso, los cumpleaños deberían servir para felicitar a nuestros padres por ponerse manos a la obra, pero en eso ya se nos adelantó El Corte Inglés. El calendario reserva fechas para conmemorar casi todo. Buscando información acerca del lazo que luce habitualmente en su solapa el líder laborista Jeremy Corbyn me topé con el día de la escarapela: se celebra el 18 de mayo en Argentina. Luego hay fechas más relevantes, días de la independencia, victorias militares, también derrotas, hitos históricos… En España, por ejemplo, tenemos festivos como el 12 de octubre, este año se ha caído el 25 de julio, resiste el Primero de Mayo o el 6 de diciembre, día de la Constitución.

Antes ETA hacía acto de presencia en esa fecha con sus atentados. Eso servía para reivindicar lo que la proclamación de la Carta Magna significaba para los enemigos de la democracia. En esto que la semana pasada llegó un whatsapp al grupo de los amigos felicitando a todos por los 40 años de elecciones democráticas. En un foro más dado a otro tipo de contenidos, el meme a continuación parecía inevitable. Pero no, la felicitación iba en serio. Aunque no fuese festivo, alguien se acordó de la fecha como algo importante y lo cierto es que no está de más poner en valor las conquistas que nos son más recientes. La transición fue un éxito colectivo ahora bajo la lupa de la revisión revanchista. Fue Iglesias quien reconoció a ETA la lucidez de haber sido la única en darse cuenta del "timo" que dio pie a lo que él llama despectivamente el régimen del 78.

Podemos entiende la transición como un apaño de los vencedores de la guerra para mantener sus privilegios. Desdeña así el harakiri de las Cortes franquistas con la Ley para la reforma política o la aportación de un tal Carrillo al pacto que proporcionó a España 40 años de estabilidad, paz y progreso. Cuesta hallar en los libros de Historia un precedente similar entre demasiadas dictaduras, guerras o ruido de sables en los cuarteles. Antes de contestar preguntas como la del referéndum en Cataluña o cuadrar la aritmética parlamentaria para desalojar al PP, Pedro Sánchez debería zanjar dónde situará al PSOE respecto al 78. Será la cuestión más importante que tendrá que decidir antes de acometer su aproximación a Podemos. Tendrá que elegir entre respetar la palabra dada por la izquierda en aquellos años cruciales o traicionarla para echarse en brazos de lo que se ha dado en llamar el pacto Frankestein. De momento no ha dado razones para dudar en exceso, pero es cierto que Sánchez ha dado demasiadas muestras de su cambismo político como para permanecer alerta.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio