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IMPRESIONES

Estudiar: ¿misión imposible?

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión20-05-2015

“Cuando se habla de estudio, método, deberes, escuela, de una determinada manera en lugar de otra, es señal de que se piensa y se practica el estudio de esa misma manera, en lugar de la otra. De aquí se deriva un hecho: si la escuela y la familia pretenden trabajar de tal modo que todos sus alumnos aprendan a estudiar con un método personal y eficaz, antes que nada tienen que aclararse y precisar el sentido de los gestos que hacen y de las palabras que usan al respecto”. Así nos introduce Rosario Mazzeo sus cartas a profesionales y padres recogidas en Estudiar: ¿misión imposible?.

Debo reconocer que la primera frase citada me ha conquistado: “Cuando se habla de determinada manera en lugar de otra, es señal de que se piensa y se practica de esa misma manera, y no de la otra”. Creo que ese es un principio educativo fundamental, por ser también un principio cultural, comunicativo y científico. Si queremos dominar un área de conocimiento, debemos dominar el lenguaje propi o de ese área de conocimiento. Creo además que esa frase encierra toda una declaración de intenciones, que recojo crudamente en el siguiente párrafo.

Evidentemente, el libro no habla de las competencias (básicas, clave, transversales o como les venga en gana llamarlas últimamente), pues eso sería contrario a la segunda idea que propone el párrafo citado: ser claros y precisos respecto de lo que entendemos por educación. Lo cierto es que la Pedagogía moderna sufre un desconocimiento doloso de la tradición pedagógica anterior al siglo XVIII y ha tratado de reinventarse a sí misma ignorando el lenguaje pedagógico anterior e inventando una serie de palabros técnicos y abstractos que sólo entienden ellos. Si uno lee los artículos académicos publicados en las revistas sobre educación y pedagogía más prestigiosas en España, verá que apenas se utilizan expresiones como teoría, memoria, objetivos, estudio, autoridad, materia, realidad, verdad, bien, belleza, reflexión, meditación, etc .

La pedagogía moderna utiliza, en cambio, expresiones nuevas, que nadie entiende, que redefinen nociones antiguas que malinterpretan –pues desconocen su sentido original– y que muchas veces se presentan como una innovación aunque, en realidad, empobrecen la tradición anterior. Las competencias son sólo un ejemplo de esto y por eso el autor de este libro opta, sencillamente, por ignorar el concepto, y mantiene los más clásicos de actividades, operaciones, prácticas, etc.

Una de las virtualidades del libro de Mazzeo es que habla un idioma que todos entendemos –padres, educadores, alumnos– no sólo porque es el lenguaje de la tradición, sino porque sus raíces conectan con experiencias y prácticas que trascienden el ámbito educativo y vertebran la vida cotidiana: es decir, que ese lenguaje pedagógico tradicional es un lenguaje que nos permite entender no sólo una materia, sino la propia vida.

Junto a esa sencillez expositiva, Mazzeo muestra haber leído la m ejor innovación pedagógica contemporánea, pero en lugar de imponer el lenguaje científico-técnico de la psicopedagogía en todos los niveles y sistemas educativos, lo que hace es insertar esas innovaciones en lenguaje y la práctica de su propia tradición educativa. De esa forma, garantiza que al hablar sobre educación de la manera en la que habla y no de otra, piensa y practica la educación de la que habla y no alguna otra, cosa que no podemos saber cuando alguien nos habla del “aprendizaje basado en competencias”, un paradigma educativo que se ha impuesto en Europa bajo el lema de la competitividad y la eficacia sin que ni siquiera los promotores del paradigma estén convencidos de que están hablando de lo mismo.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach