Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

CREAR EN UNO MISMO

Memoria: belleza, historia e identidad

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión23-04-2012

Tendemos a pensar que la memoria es un mero almacén de datos. Tendemos a pensar que la educación antigua, que prestigiaba la memoria, mataba el pensamiento y la creatividad. Tendemos a pensar que gracias a Internet y a los soportes de almacenamiento digital tenemos toda la memoria personal y colectiva a un solo clic. Porque pensamos todas esas cosas, damos poca importancia al trabajo con nuestra memoria y, de esa forma, arriesgamos nuestras supervivencia, el sentido de nuestras vidas y nuestra propia identidad. Conozco a personas que si perdieran la cartera y el móvil no sabrían a qué número de teléfono llamar para pedir ayuda. Conozco a otras que memorizan una sola clave, de forma que ponen en manos de quien la vea sus cuentas bancarias, su firma electrónica, su correo-e y su perfil en las redes sociales. Tengo alumnos que desconocen el nombre de algunas de sus asignaturas y de sus profesores, y a los que eso no les resulta extraño (“son muchos”, “para qué saberlo, si normalmente puedo mirarlo en…”); claro, son esos mismos que luego se matriculan en asignaturas que no les corresponden, que se presentan a exámenes de profesores que no son los suyos, etc. Nuestra memoria, lo que conservamos en ella y las relaciones que establecemos en las coas que recordamos, es el lugar en el que nuestra propia vida, y nuestra relación con el mundo, cobra o pierde sentido. En la memoria organizamos la armonía del mundo y, por lo tanto, su belleza. En una memoria organizada descubrimos causas y consecuencias, analogías, metáforas, casos similares y antagónicos, relaciones internas, sentido. En una memoria mal organizada todo (TODO: el mundo, nuestra vida y nuestras relaciones) parece casual, caótico, sin sentido. La memoria genera tradición, cultura, instituciones y relaciones estables y creativas con otras personas y realidades. Cuando es mala, débil o desorganizada, lo que genera es malo, débil y desorganizado. Para quien posee una memoria débil o mal organizada, es imposible descubrir el sentido de la vida o de las cosas, porque el sentido exige vincular el antes, el después, el en medio, y las cosas que relacionan con ellos, y para eso necesita recordarlos en el orden y la forma adecuadas. Por último, somos conscientes de nuestra propia identidad porque tenemos memoria. La comprensión que alcanzamos de nosotros mismos en cada instante de nuestra vida depende de lo que conservamos y actualizamos o hacemos presente en nuestra memoria. Quien padece amnesia no sabe quién es. Lo que recordamos y olvidamos define quiénes somos, quiénes queremos ser, hacia dónde queremos dirigir nuestra vida y qué queremos evitar. Es imposible crear nada estable en uno mismo sin memoria. Es imposible crear nada decente sin una memoria decente. Es imposible crear nada armónico, hermoso, razonable y con sentido si no cuidamos el modo en que dejamos entrar cosas en nuestra memoria, y el lugar que queremos asignarlas. La diferencia entre asimilar y almacenar experiencias es radical. Es la diferencia que separa a una persona capaz de integrar en sí misma su experiencia de vida y una persona inconstante, perdida y desorientada. El factor fundamental para crear en uno mismo de forma armónica y estable es el trabajo de asimilación que nos permite contar con una buena memoria, que es lo mismo que contar con una buena historia y una buena identidad.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach