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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El Oráculo

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España28-10-2007

Resulta que el PP ha decidido recusar a tres magistrados progresistas del Tribunal Constitucional porque se reunieron con la presidenta, Maria Emilia Casas y, entre un café y otro, manifestaron que les gustaba no sé que ley sobre la que en un futuro tenían que decidir. Los populares consideran por ello que esos tres jueces ya no son neutrales para votar sobre esa ley y que sobran. Pero no es la primera vez que el PP realiza una maniobra del estilo. Ya consiguió apartar a otro juez de la decisión sobre el Estatuto catalán porque en su día –cuando ni siquiera era magistrado del TC- había escrito un artículo en defensa de la reforma autonómica. Ya tampoco era neutral entonces. Además, entre medias, el Gobierno también anunció dos recusaciones, en este caso, contra dos jueces conservadores que también reflejaron a Casas su rechazo a la misma ley con la que los otros tres del principio estaban de acuerdo. El Ejecutivo consideró que estaban contaminados y que no iban a ser parciales. En definitiva, que nadie está a salvo ya de ser purgado. Los jueces están avisados: prohibido formarse una opinión sobre un tema en concreto o correrán el riesgo de ser apartados. Es decir, prohibido hacer exactamente la labor por la que se les paga. Analizar, sopesar, decidir y votar. Es como si al juez encargado de empapelar a los 28 imputados por el 11-M se le apartase del caso por que en su día ya dictó una sentencia en contra de una célula islamista similar. O porque –imagínense-, a la luz de las pruebas presentadas o los testimonios escuchados, comentase en una cena entre amigos su creencia de que El Egipcio es culpable, algo nada fuera de lo normal. ¿Estaría contaminado?. Tampoco valdría entonces el juez que juzgará al indeseable racista de Barcelona por estremecerse –como todo aquel que se considere humano- al ver el famoso vídeo… Pero volviendo al Constitucional, ¿alguien en su sano juicio se cree que un juez no llega al TC con la opinión bien formadita de casa, la haga pública o no?. ¿Es tan grave ser de una ideología concreta? El ejercicio de hipocresía en el que ha incurrido tanto el PP como el Gobierno ha terminado por defenestrar al TC de cara a los ciudadanos. Y ya va una larga lista de instituciones, proyectos, ideas y pactos que se han lapidado en esta legislatura por los enfrentamientos entre las dos principales fuerzas políticas. Desde el Parlamento, convertido ya en un patio de marujas, al CGPJ, pasando por el pacto antiterrorista y ahora el TC. Se afanan en conseguir sus apoyos dentro del máximo órgano judicial para legitimar así sus batallas ante los ojos del resto. Convirtiendo el Constitucional en una suerte Oráculo corrupto. Y lo hacen del mismo modo y con el mismo objetivo que lo hacían los grandes reyes y guerreros griegos hace siglos. Prometen y agasajan a los jueces con oros y vete tú a saber con qué otros privilegios. Todo a cambio de que fallen a su favor. Da igual si el veredicto es justo o no. Lo importante es que los pérfidos sacerdotes del Oráculo te respalden para afrontar con optimismo y fuerza la batalla final. La verdad en este caso suele ser incómoda y secundaria. Pero los tiempos han cambiado y la tropa, es decir el electorado, ya no es tonto y no es tan fácil mandarlo a la guerra engañado. A juzgar por los acontecimientos, tan solo la próxima votación en el TC ya dejaría claro, en función de la decisión adoptada por cada juez, a que bando –conservador o progresista- pertenece cada uno. De ese modo ya se sabrá a favor de quien votará siempre. En ese caso la parcialidad quedaría en evidencia. ¿La solución? Todos recusados para siempre. Así lo han querido. EL TC ya no pinta nada.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio