ANÁLISIS DE DEPORTES
Los rallies también tienen potencial
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes30-10-2005
Encontrar vacantes y ser el elegido para reemplazarlas es harto difícil en el casting que supone el Mundial de rallies. Negociar un programa de competición requiere desvelos, esfuerzo, un buen patrocinador y una dosis de fortuna. La competencia es durísima y la necesidad de las marcas de asegurarse buenos resultados –más que las promesas de conseguirlos– y obtener una repercusión que permita retornar cuanto más mejor de una inversión elevada supone un impedimento, por lo que se da prioridad a pilotos con más nombre como Colin McRae, otro de los que se está buscando un hueco. Con pocos equipos oficiales –seis constructores, que se verán reducidos a cuatro en 2006–, a menudo la única opción viable para las marcas es repartir uno o sus dos coches entre varios pilotos: el esfuerzo para poner en carrera un tercer coche obliga a incrementar los presupuestos, al tener que ampliar la estructura técnica, logística y de asistencia. El rally de Cataluña ha dejado entrever que es necesario tratar de aprovechar en lo posible el factor Alonso para crear estructuras competitivas y dar salida a pilotos jóvenes con proyección, como sucede con los dos campeones del mundo junior españoles. Daniel Solá se ha pasado tres años hasta poder conseguir un programa reducido con el equipo Ford, y aunque ha conseguido ganar algún tramo en su terreno –las carreteras catalanas–, le ha faltado consistencia para terminar los rallies que ha disputado. Daniel Sordo, protegido de Carlos Sainz y flamante campeón in pectore, tiene a sus 22 años posibilidades bastante sólidas. El cántabro ya ha dejado caer algún mensaje a Citroën, que no estará con una estructura oficial en 2006, al igual que Peugeot, aunque hay alguna posibilidad de que se mantenga con contratos privados. El tercer español en la sombra es otro catalán, Xevi Pons, enrolado en un equipo privado para poder disputar el Mundial, como trampolín –el podio que se le escapó le hubiera supuesto un muy buen espaldarazo– a un volante oficial, la aspiración de todo piloto. En ese sentido, un personaje cuya relevancia está latente es Luis Moya. El gallego, integrado en el equipo Subaru después de terminar su carrera como copiloto de Carlos Sainz, aspira a crear un segundo equipo con la marca japonesa. Sería una gran oportunidad no sólo para los pilotos nacionales –muchos y algunos muy experimentados, pese a ser poco conocidos en general–, sino para crear una estructura que aglutine y mejore la semiprofesionalidad que existe en los campeonatos de España. Tratar de mejorar la calidad de los preparadores –algunos de ellos, como Julián Piedrafita, se han consolidado y son punteros pese a su relativa modestia y limitaciones de recursos– es sólo uno de los pasos para que, con la implicación de la Federación Española (RFEDA), se alcance el primer nivel competitivo. La cercanía al público, al pasar por carreteras que cualquier conductor conoce, es otra de las bazas que los rallies deben saber aprovechar para seguir creciendo.