LA RÉPLICA
Desagradecidos y poco elegantes
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes19-12-2004
El goteo de elecciones en las diferentes federaciones deportivas –con más relevancia en aquellas asociadas a deportes olímpicos– viene dejando últimamente un reguero de noticias. Por desgracia, en algunos casos, el relevo de presidentes hace que los cambios en el organigrama, para depurar a los afines a los cargos salientes y situar en su lugar a amigos y personas que comparten el proyecto del nuevo mandatario. El problema es que estas decisiones se lleven por delante el trabajo de los que se han esforzado –y conseguido resultados– por el bien del deporte. Éste ha sido el caso de dos de los seleccionadores más laureados en los últimos tiempos, Francisco Antequera y Joan Jané, destituidos por los nuevos responsables de las federaciones de ciclismo y waterpolo respectivamente. Antequera ha sido uno de esos seleccionadores que se ha dado en llamar de perfil bajo, esto es, que ha trabajado sin reclamar más protagonismo del imprescindible, sino trabajando en un segundo plano con respecto a los que consiguen los resultados: los corredores. Sin embargo, la lealtad declarada al anterior presidente de la RFEC, Manuel Pérez, ha llevado a su sustituto, Fulgencio Sánchez, a buscarle un relevo sin esperar ni un instante… y a cualquier precio, puesto que había un contrato blindado hasta 2008 que supondría un fuerte desembolso, que tiene demasiada pinta de innecesario. Los resultados conseguidos deberían haberle supuesto un voto de confianza: ningún director tiene ni su experiencia –aunque no es un requisito decisivo– ni un currículum semejante. Antequera comenzó a cosechar éxitos en 1995, el año en que Miguel Induráin y Abraham Olano explotaron con un doblete colosal en Colombia, pero luego descubrió a Óscar Freire y ha ido confeccionando un equipazo en torno a él, aun a costa de dejar fuera en ocasiones a grandes corredores como Roberto Heras. Con otra institución como Jané ocurre tres cuartos de lo mismo, aunque también es cierto que la selección de waterpolo, tras los éxitos de los Mundiales de Perth (Australia) y Fukuoka (Japón) de 1999 y 2001, y el oro olímpico en Atlanta 1996, gracias al esfuerzo y sacrificio de una generación encabezada por Manel Estiarte y Jesús Rollán, entre otros, se enfrentaba a un relevo generacional. Sin embargo, las formas elegidas por el nuevo presidente de la federación, Juan Koninckx, que se limitó a comunicar un despido con un simple comunicado de prensa, dejan claro que el talante del cambio ha estado falto de elegancia, por más que la aventura de Rafael Aguilar tenga un tinte optimista y de continuidad.