Luis Enrique, Respect

22-04-2016
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A poco de celebrarse los Juegos Olímpicos de Río me paro a pensar. ¡Qué valores tan magníficos resalta el deporte y con qué razón las marcas desean asociarse a ellos! ¿Verdad? Honestidad, esfuerzo, disciplina, respeto… ¿Quién no querría atesorarlos todos? Portar esa imagen idílica que reflejan, ese concepto de excelencia que todo deportista parece llevar tatuado. Pero, después de tantas salidas de tono y comentarios desafortunados, ha llegado el momento de pararse a pensar. Hablábamos hace tiempo del desatino de Piqué en redes sociales y la peluca de su compañero Dani Alves. Ahora, la historia continúa y se agrava con su líder. Ese abanderado que ha de portar los valores de los que hablamos. Luis Enrique. Un elegido que en rueda de prensa para nada es “el jefe”. Nos lo demuestra con otro comentario malsonante más. Otra brecha. Otra derrota.

Lo verdaderamente cierto es que el mundo del deporte no sería lo mismo sin estos valores. Pequeños rasgos que aportan excelencia a los deportistas y razón de ser a los clubes; los que se convierten en el verdadero sentido de existencia del marketing deportivo. Su pureza. Porque el verdadero triunfo, lejos de alzar una copa o tres títulos, reside en ellos. En ser honestos, disciplinados, respetuosos… De nada sirve ganar campeonatos si la imagen que reflejamos la emborronamos luego con una actitud impropia de este carácter deportivo. ¿No concuerda, no? No encaja que el Barça, como institución mundialmente reconocida, haga gala de su espíritu y carácter encomiable (¿os acordáis del vídeo corporativo del último post?), si luego su máximo referente, Luis Enrique, hace añicos. Encima, ante la prensa, la máxima proyección de su imagen a la sociedad. Sí, ha llegado el momento de repensarlo.

Parece que no pero al Barça deberían importarle aún más sus valors. Tomar buena cuenta de su fractura en imagen y ponerse a reconstruirla mucho antes que las grandiosas reformas de su estadio. Porque aunque Piqué, al menos, haya zanjado temporalmente Periscope, Alves y Luis Enrique siguen su estela, y ya hemos visto lo que sucede cuando los problemas se amontonan... Llega un momento en el que todo explota. Éxitos deportivos, éxito de imagen, éxito de patrimonio. El círculo es así. Por eso, un gran club como es el F.C. Barcelona no tendría que permitirse “el lujo” de tirarse piedras sobre su propio tejado. No debería dejar actuar a ninguno de sus integrantes sin el atributo de honestidad, disciplina o respeto. Pero ya no sólo por las consecuencias sobre marketing que traerá consigo y el resto de desencadenantes después, sino por su cualidad como personas. Porque todo se construye en base al respeto. Todo.

M. Elena Martínez Quesada

Graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual

Especializada en Periodismo Deportivo (IESPORT)

Máster en Marketing Deportivo y Máster en Gabinetes de Comunicación (UCM)

Redactora de Deportes de LaSemana.es



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