La espiral de violencia en Vzla

25-02-2015
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Como están sucediendo las cosas en Venezuela, Nicolás Maduro y sus más fieles, parecieran estar jugando a ¨calentar la calle¨, hasta que se den las condiciones para un autogolpe y así perpetuarse en el poder.

Con detenciones sin el debido proceso legal, muerte despiadada de niños y desapariciones de jóvenes, opositores todos de un gobierno que inició en 1998, el actual gobierno venezolano pareciera evocar viejas formas de hacer (la del Golpe de Estado). Hoy, desde el Estado venezolano.

A todas estas, ¿Dónde está la comunidad internacional? ¿Que alguien me diga para qué sirven los acuerdos internacionales para evitar que un país se convierta en Estado fallido a manos de sus propios gobernantes?

Venezuela ha llegado a las últimas fases de un mal endémico que está haciendo metástasis. Una etapa que inició bajo un falso halo de esperanza de cambio, de la mano de Hugo Chávez Frías, y que se ha convertido en la peor pesadilla. Un proceso que ha tomado más de 16 años y que se ha acelerado en manos de la cleptocracia liderada por el actual ¨presidente¨, ejemplo de lo peor de lo que un ser humano puede aportar a quienes les rodean.

Venezuela, se está encaminando a un estado de caos sin registro en la historia contemporánea de dicho país. Se dirige a una anomia extremadamente violenta, promovida por el mismo gobierno, donde espero que el mayor número de inocentes se encuentren a buen resguardo cuando todo explote.

Reconozco que la oposición ha cometido muchos errores y que hay sectores de esta que están siguiendo el juego que provoca actualmente el Estado venezolano, pero me cuesta creer que un niño de 14 años asesinado a quemarropa por estar en medio de una manifestación opositora, jóvenes o personas comunes ajusticiados o detenidos, bajo contextos similares, sean golpistas. Sobre todo, cuando es el gobierno quien tiene las armas, legalmente, además de contar con una milicia y colectivos de delincuentes que les defiende; así como un defensor del ¨pueblo¨, una fiscal, una justicia, un poder electoral y una asamblea (congreso) totalmente plegados a sus deseos. Me cuesta creer que el poco tejido productivo que sigue operando en dicho país se inmole, con tal ¨derrocar¨ a un gobierno a costa de perder dinero, a fuerza de pañales o papel higiénico inexistente, en un modelo económico sin sentido, basado en unas rentas petroleras que ya no aguantan más saqueos.

Veo con pavor el camino que transita Venezuela, la indiferencia internacional, y la estrategia sin escrúpulos con que se mueve Maduro y el resto de sus cómplices. Este país se encuentra en momentos muy oscuros. En cualquier momento sucederá lo peor y muchos inocentes caerán, como parte del ¨precio¨ que trae consigo el deseo a perpetuarse de algunos. Son horas difíciles, donde la calma se convierte en un llamado difícil de procesar, ante tanta desidia, injusticia e impotencia hace evidente la imposibilidad de muchos (incluyéndome) a ser indiferente.

Me opongo a Maduro y a todo lo que signifique chavismo, ya que han secuestrado consignas y sueños de igualdad y reducción de brechas sociales, a favor de sus propios intereses. Me opongo porque hoy por hoy ser chavista, apoyar o comportarse dócil ante un gobierno como el venezolano me haría ser cómplice de unos delincuentes.

Tengo memoria y reconozco los orígenes que dieron origen a Chávez y su movimiento (comienzos similares a lo que sucede ahora en España, por ejemplo), pero no por ello debo apoyar un gobierno que se ha deslegitimado a sí mismo. Todo, a costa de sus decisiones y el ¨todo vale¨ para mantener a unos boliburgueses peores que los anteriores existentes.

En Venezuela se está en modalidad Golpe de Estado, pero desde el mismo gobierno. Sé lo difícil que es no responder de forma similar a tanta violencia, atropellos y carencias de bienes para la satisfacción de necesidades básicas. Por ello, es que veo con preocupación todo lo que sucede en dicho país.

Hoy no puedo ser ecuánime o mejor dicho, hoy he decido llamar las cosas por su nombre. Estoy cansado de ver como las oportunidades se transformaron en pesadilla, y como la Comunidad Internacional asume más un rol de meretriz, hasta el punto que me generarme nauseas. Todo, mientras el gobierno venezolano se ha quitado la careta democrática para mostrar su verdadero rostro: un régimen paramilitar-totalitario ¿Cuándo sucederá el desenlace? No lo sé. Solo deseo justicia y que Venezuela vuelva a la ruta que se merece, aunque creo que ello requerirá de generaciones enteras para ello.

Elías Said

Doctor en Periodismo por la UCM

Profesor universitario y experto en Comunicación

Investigador, consultor y SMAC con más de 10 años de experiencia profesional


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