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SIN ESPINAS

Le pido al 2002...

Fotografía
Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión30-12-2001

Me olvidaré de lo personal, por lo que tantas gracias he de dar, para referirme a lo humano del 2001. Respecto de la especie más poderosa que puebla este planeta me vuelve a ganar el pesimismo. Este año, como imagino que te ha pasado a ti, no me ha gustado nada de nada. Los hombres hemos vuelto a demostrar que no aprendemos, que tropezamos una y otra vez con la misma piedra y que cada vez nuestra conciencia colectiva está más cargada de miserias. Pero para mí, hoy más que nunca, algo está cambiando. Y espero que sea para bien. En estos tiempos ocurre algo que no pasaba antes; y es que, con la presencia de medios tan globales como la tele o Internet, es casi imposible ocultar la enorme cantidad de injusticias, perversiones y fechorías que hacemos en este mundo. Eso seguro que martillea bien nuestros maltrechos espíritus de occidentales privilegiados. (Ojalá algún día sea políticamente incorrecto decir: ponte o cómprate eso, que está de moda). Tal y como está el mundo, escucharlo se me hace una blasfemia. Pero la verdadera pena es que tanta desgracia todavía no es suficiente para movilizar nuestra voluntad. Por eso creo que, en este momento en el que todos hacemos examen de conciencia a final de año, tenemos que dar respuestas y soluciones a nuestra relación personal con el mundo. No digamos que cambiar el mundo depende de los grandes mandatarios, hablemos de cambiar el mundo cambiando nuestro mundo, admirando lo que nos rodea y siendo felices con lo que tenemos. ¡Que es tanto, comparado con lo que otros tienen! Yo le pido al 2002 que no se caigan más torres ni se levanten más muros entre los pueblos. Que los seres humanos se den cuenta de que no hay guerra que merezca la pena y que no hay Dios que pida otra cosa que no sea AMOR. Porque digo yo que si Dios es AMOR, ¿qué otra cosa nos iba a pedir? Le pido al 2002 que los hombres busquen más allá de lo tangible y material y que crean por fin lo que muchos vamos diciendo por ahí pero no nos atrevemos a vivir con un compromiso verdadero. Que la felicidad está sólo en la amistad, en la caridad, en la fe, en la esperanza y en cualquier otra forma de amar lo que nos rodea empezando por uno mismo. Bueno, la verdad es que a un año inanimado no le puedo exigir nada. Por eso, querido lector, déjame esperar de ti (de mí) que seas mejor en el 2002. Lo hago porque creo que es lo mismo que pedirte que seas feliz.