TEATRO

Monte Olimpo: 24h de violencia y sexo
explícito sobre un escenario

15-01-2018
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Una verdadera catarsis de desenfreno que han podido disfrutar unos pocos privilegiados (800 personas, el máximo del patio de butacas). Veinticuatro horas ininterrumpidas de puesta de escenas con sexo explícito y violencia de verdadera sangre en las que el director, Jan Fabre, ha plasmado a la perfección una antigua fiesta griega de desenfreno que no ha dejado a ninguno de los presentes indiferente.


Las entradas se agotaron en pocas semanas en junio de 2017 para aquellos entusiastas del teatro que ya conocían el desenfreno de la obra estrenada en Berlín. Actores, dramaturgos, directores de escena, periodistas, artistas y profesionales de la cultura en general. El propio Almodóvar o Antonio Garrigues Walker, gente muy metida en los mundillos teatrales que no se asusta fácilmente.

La obra ya ha sido todo un éxito en las 17 ciudades en las que se ha presentado (entre ellas Sevilla, en 2016); así que no es de extrañar que toda la dirección del teatro se volcara en los requisitos para poderla llevar a cabo. Se habilitaron salas de descanso, cafetería 24h y el teatro permaneció cerrado a toda persona ajena a la obra donde la única forma de volver a casa a descansar era con una de las pulseritas rojas que se vendían a la entrada.

A las siete de la tarde comenzaba la función con una primera escena que pone en sobre aviso. Dos hombres charlan con la cabeza metida en el ano de otros dos. Acto seguido comienza a sonar música electrónica y aparece el resto del reparto, bailando enérgicamente twerking y otorgando al público la primera subida de adrenalina de la noche, el momento en el que Dionisio, dios del vino y la fiesta, recita lo que será la frase estrella de la obra “Todo hombre necesita un poco de locura”.

El espectador  ve en cada escena cómo se va un poco más allá de lo que la mente puede imaginar. La estética, los textos, las danzas… cada acto sangriento y cada acto sexual crean una ovación donde el público se emociona y anima a los actores, siendo partícipe de sus hazañas y sufrimiento sin perder nunca el buen gusto. Por ejemplo, una de las escenas más esperadas de la noche: el fisting, recreando una metáfora de la locura que invade a Hércules al matar a sus hijos. El público se deja llevar y olvida que está en un teatro, grita a los actores y les anima como si fueran gladiadores en la jaula de los leones.

Incluso Alodóvar saltó a las primeras filas para grabar el apoteósico final, donde Dionisio repite su famosa frase “Todo hombre necesita un poco de locura” y el coro le responde con una definición propia de la catarsis: “Recupera el poder. Disfruta de tu propia tragedia. Respira, solo respira. E imagínate algo nuevo”.

La obra se representa en varios idiomas (inglés, francés, alemán, holandés e italiano) mientras que el público puede leer los subtítulos en español y seguir el hilo de la historia gracias a los “mapas conceptuales” otorgados con el programa, que conectan cada una de las tragedias representadas. El hilo argumental, tal y como lo define el propio Fabre, es la familia; vinculando las historias clásicas con algunas realidades del presente, cuestionando el significado de la palabra “tragedia” “¿Qué significado tiene esta palabra? Porque ‘Medea’ se puede ver como un texto sobre la familia, pero también como la tragedia de Siria, en la que una madre cae en manos del Daesh”

“La idea es la de lograr una catarsis como con las antiguas tragedias griegas, preguntarse si se podía lograr en el teatro actual” dice Jan Fabra. La obra tiene “un enfoque personal, alejado de lo que impone el sistema, en un viaje espiritual y místico con un planteamiento político claro”.

Es más, en un principio esperaba que el público saliera en mitad de la obra porque según él, “es una necesidad que surge de hacerlo”. Es más según él eso es lo que en los 70 se esperaba de una obra, ahora cuenta que los jóvenes tienen más dificultades porque no se pueden arriesgar, tienen que gustar a todo el mundo.

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