El hambre es uno de los problemas más graves y que precisan una solución de forma más urgente. No es un mal que haya surgido durante los últimos años, es una patología que viene acusando a los países subdesarrollados desde que cabe alcanzar a recordar. Son muchas las organizaciones sin ánimo de lucro que intentan ayudar a los más afectados por la falta de alimentos y no menos son las plataformas de ayuda de todo tipo, que se activan más si cabe en estas fechas navideñas…
Sin embargo, aún faltaba una medida, una que todavía no se había atrevido nadie a tomar y esa era escribir una novela sobre el hambre. A secas, sin paños calientes, tratando el problema en frío y profundamente. Pues bien, el escritor Alberto Vázquez Figueroa se atreve a hacerlo. Los que fueran los protagonistas de su anterior novela, Medusa, encabezan también este tomo titulado simplemente Hambre, para no decir en un principio nada intentando que quede todo claro en una palabra tan cruda.
Básicamente el autor se decanta por las comparativas. Establece una relación evidente entre los países más ricos y desarrollados revisando su pujanza y comodidades con la desesperanza de los países que se ubican más abajo en el orden alimenticio. Una vez desarrollada la innegable desventaja y el gran desequilibrio plantea la siguiente cuestión. ¿Por qué algunas de las regiones más miserables son las que más materia prima poseen? Según el propio Figueroa “En lugares asolados por terribles sequías hay cargamentos inmensos de arroz, legumbres y otros alimentos. Me aterroriza pensar que con un poco más de esfuerzo y cabeza se podría dar de comer a tanta gente que muere a diario desnutrida”.
Aquí se plantea, por tanto, más que una historia, una reflexión personal en forma de ensayo contado desde la experiencia. “No sé si será mi mejor producto, pero sí que es lo único que debería haber publicado, ya que he realizado muchos trabajos sobre temas parecidos y solo ahora me he dado cuenta de que estos problemas tienen solución. Es mi libro más importante”, revela el literato. Parece que tiene las ideas muy claras y así lo demuestra en cada página, donde deja traslucir el dolor que siente al haber percibido algo evidente quizá demasiado tarde. Ver como se magnifica algo sin ponerle remedio, es lo que quiere evitar y busca concienciar a la ciudadanía de una injusticia de la que directa o indirectamente son todos responsables y cada uno a su manera puede ayudar a paliar.
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