Ser entrenador del Real Madrid es uno de los oficios más extresantes del mundo. Pase lo que pase en cada partido, en la rueda de prensa posterior al encuentro siempre van a sacarle punta a algún aspecto del juego. Muchos entrenadores han terminado por desesperarse en este aspecto, pero Carlo Ancelotti lo ha entendido a la perfección y lo lleva con normalidad.
Da exactamente igual por lo que le pregunten en cada comparecencia o entrevista: Carlo siempre es transparente. Desde que llegó ha tenido que lidiar con uno de los temas más polémicos de los últimos años en la Casa Blanca. La portería del Real Madrid fue uno de los temas que acabó con José Mourinho en el banquillo merengue y Ancelotti siempre lo ha llevado con naturalidad.
Cuando tiene que dar un palo a un jugador, lo da sin contemplaciones, pero también sin volverse loco. Esa tranquilidad y sencillez a la hora de decir las cosas transmite mucha seguridad a sus futbolistas, que ven en él a un entrenador que les dice siempre lo que piensa y lo que hay. Ahora mismo, la plantilla del Real Madrid está en total comunión con su entrenador, y eso se notó al final del Clásico. Los abrazos de Carlo Ancelotti con Cristiano Ronaldo, Modric, Pepe o Benzema, demuestran el buen estado del vestuario blanco en estos momentos.
Y hablando del partido, es evidente que el trabajo de Carlo Ancelotti ha sido clave para que el equipo se levantase de ese mal comienzo de temporada y consiguiese una gran victoria ante el acérrimo rival. Sin Di María y Xabi Alonso, el Real Madrid había perdido su identidad en el centro del campo, ese equilibrio del que tanto hablaba el transalpino durante la campaña pasada. Tocaba recuperarlo y para ello es clave la siguiente frase que comentó al término del encuentro: "Siempre he dicho que el problema defensivo no es un problema de calidad, sino de sacrificio". En otras palabras, si uno tiene piernas puede correr, aunque esas piernas tenga la capacidad de hacer grandes malabarismos con el balón.
Y esto es lo que han entendido a la perfección James e Isco y que aun le falta por entender a Gareth Bale. El sábado el Real Madrid fue un equipo compensado, y sobre todo fue un conjunto. Todos trabajaron y todos corrieron para intentar darle vuelta al gol inicial de Neymar. Y si a todo este sacrificio defensivo le juntas la calidad con balón y el mal momento defensivo del rival, convierten el partido en el estado ideal para conseguir la victoria.
Una mención aparte merece el encuentro de Karim Benzema. Con la marcha de Özil e Higuaín la campaña pasada, Benzema adoptó un doble roll importantísimo que le ha hecho ser mejor jugador y convertirse en alguien vital para el Real Madrid. Ahora el galo es titular indiscutible y sin el alemán en la mediapunta, puede retrasarse para sacar a los centrales fuera de zona y conseguir que las contras sean más rápidas y más eficaces. Su gran calidad le permite controlar todos los balones que le llegan y dársela al compañero aunque el pase no sea el más sencillo. Y si a todo esto le unes que te sale el partido de tu vida, te queda el encuentro del otro día, en el que el francés rayó la perfección.
Y todo esto es mérito de Carlo Ancelotti, que es el que apostó por este sistema y por estos jugadores. Él y solo él es el que ha convertido al cuadro blanco en un equipo equilibrado. Y desde la sencillez, que es lo más importante y lo más complicado. Cualquier otro entrenador con más ego hubiera lanzado miles de dardos envenenados a la directiva con las ventas de Di María y Xabi Alonso. Pero Ancelotti no es así. Ancelotti prefirió callar y trabajar con lo que tenía para llegar a esta situación. Una sencillez italiana que ha devuelto el equilibrio al Real Madrid.
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