Errores infantiles

Por Andreu Romero2 min

No se repitió la historia: el Basilea cambió su fisonomía y actitud para encarar al campeón español. Saint Jacob Park presentó un lleno de excepción, con una afición que estaba para transmitir la garra necesaria a unos jugadores llenos de rabia. La venganza después del set de Mestalla rondaba sus cabezas. Pero el Valencia no se dejó amilanar; si bien en la primera mitad los suizos dominaron más el juego, también dejaron bastante espacio para los ché. Pese a la ausencia de Aimar, los valencianos supieron recurrir a su oficio para no dejarse doblegar después del tanto local, obra de Ergic. El Valencia había dominado las acometidas suizas y controlaba con cierta comodidad el ritmo de juego. Tan sólo Hakan Yakin inquietaba con sus conexiones con los delanteros. Así que Baraja se encargó de disipar las dudas con un potente disparo, y trajo el empate antes del descanso para desmoralizar a su rival. Después el Valencia acentuó su dominio y, sin mucho esfuerzo, practicó un fútbol vertical y dinámico. Constantes paredes facilitaban la llegada desde segunda línea para generar oportunidades de gol. En una de ellas Curro Torres adelantaba a su equipo: con la remontada parecía que el Valencia tenía controlado el resultado. Pero lejos de derrumbarse, el Basilea puso la quinta marcha. Un par de saques de esquina, el ánimo del público y la estúpida expulsión de Ayala impulsaron a los azulgranas. Los hombres dirigidos por Gross encerraron al Valencia, que sin Baraja, renunció al balón. Únicamente Mista y Carew se empeñaron en que su equipo atacase a la contra. Pero ellos no pudieron evitar que Ergic volviese a marcar en el último minuto, en un despiste en la defensa de un saque de falta. No daba tiempo para más, y los suizos se hicieron con un punto que los mantiene con vida en la competición. Fueron demasiadas concesiones para un rival muy débil: de ahí que la victoria del Liverpool en Rusia retrase la clasificación matemática de los valencianos.